Festividad de Santiago. Arakil celebró este martes el día de valle en una jornada pasada por agua. Así, la ermita de Itxasperri tuvo uso religioso y civil. Y es que tras la celebración de la misa, y a la vista de que no cesaba la lluvia, la bienvenida a los niños y niñas nacidas el año anterior fue en su interior. Se visibiliza con la entrega de un pañuelo con el escudo de Arakil. Este martes lo recibieron Izei Goñi Jauregi, de Etxeberri; Mikel Iriarte Ruiz de Erenchun, de Errotz; Xabier Irurzun Fernández, de Ekai; Amets Marcos Arteta, de Aizkorbe y Aren Vals Espinosa, de Etxarren. También estaba invitado Nayeli Abajo Castro pero no pudo acudir. Después no faltó un almuerzo.

El sonido de las trikitixas alegró una fría y lluviosa mañana.

Itxasperri fue la primera parada de las celebraciones, que se trasladaron después del auzate a Izurdiaga. No en vano, el día del valle hace una ronda por los 12 concejos que conforman este municipio: Ihabar, Hiriberri, Satrustegi, Egiarreta, Etxarren, Etxeberri, Ekai, Errotz, Urritzola, Aizkorbe y Zuhatzu además de Izurdiaga.

El grupo que ha trabajado en el auzolan del horno de adobe, en la sociedad de Izurdiaga.

Allí se pudo ver y participar en la realización de un horno de adobe, tarea que se está llevando a cabo en auzolan. Los adobes, es decir, ladrillos sin cocer, se hicieron unos días antes, con una masa de arcilla, arena, paja y agua que se dejó secar en un molde al sol. Finalizada la parte del quemador de leña, este martes tocaba recubrir un tambor metálico, con una cámara de aire, que será un hermoso horno para la zona del merendero de la sociedad.

“Las paredes de las casas antiguas de Izurdiaga son de adobe”, observó Igor Osácar, bioconstructor y coordinador de este auzolan. Al respecto, destacaba las propiedades de este material como aislante.

En esta celebración no faltó una comida popular, que reunió a 131 comensales bajo una carpa instalada en el campo de fútbol. La tarde continuó con campeonato de mus, brisca y parchís. La música fue de la mano de Ane Martija y Makusai.

Tras la misa en Itxasperri, no faltó un almuerzo ofrecido a cubierto bajo una jaima. Nerea Mazkiaran