José Vilariño ha conseguido unir sus dos profesiones a pesar de que en sus inicios pareciese impensable: electricista y fisioterapeuta. A los 14 años ya era voluntario de la Cruz Roja, donde se dedicaba a dar masajes. Estudió un grado superior de electrónica mientras continuaba dando masajes, lo que le llevó a fichar por el Club Atlético Osasuna desde el año 2003 hasta el 2007: “Estuve cuatro temporadas, que fueron las mejores del club”, afirma. Posteriormente estudió osteopatía y con ello obtuvo el billete para trabajar con el equipo de balonmano Portland San Antonio que se proclamó ganador de la Champions. En el año 2010, accedió al Grado en Fisioterapia en la Universidad de San Jorge. Realizó las prácticas de la carrera durante un año con el primer equipo de fútbol del Atlético de Madrid.

Desde entonces, muchos deportistas de primera división confían en los tratamientos de Vilariño para la recuperación de las lesiones: César Azpilicueta, Raúl García, Abde, Jorge Herrando, Asier Villalibre, Jon Moncayola, Nico Williams... Entre sus clientes registra también a tenistas, atletas, golfistas, ciclistas y toreros profesionales: “Empecé con Manzanares. Llevo 10 años tratando al Juli y también atendí a Roca Rey estos Sanfermines”, aclara.

Se formó a través de diferentes cursos en la técnica EPI, creando un nexo de unión entre su grado en electrónica y sus formaciones como masajista, osteópata y fisioterapeuta. Tanto que toda su formación le ha permitido poder modificar la maquinaria de su consulta y configurar la magnitud de las ondas con las necesidades humanas. “Hay veces que me dicen: ‘Yo también tengo esta máquina’, o ‘ya me han tratado con esta máquina’, pero realmente no les han tratado con las mismas, porque las tengo modificadas a los parámetros que necesitamos y por lo tanto son más eficaces”, señala.

DEL DEPORTE A LOS CABALLOS

Con una amplia experiencia profesional en el mundo deportivo de élite en diferentes equipos y personalmente tratando a varios deportistas en su propia consulta, en el año 2018 Fernando Moreno, propietario de caballos en Añézcar, se puso en contacto con él para tratar a un caballo lesionado. “Lo usaban mucho y sufrió una lesión en el tendón que no le permitía andar. Antes de tener que desplazarlo hasta Sevilla decidió llamarme. Hasta el momento sólo había tratado a personas, pero fui a ver qué salía”, explica. 

José Vilariño: “Utilizo mucho esta técnica, me parece una brutalidad. Además, los resultados se obtienen a corto plazo”

José Vilariño: “Utilizo mucho esta técnica, me parece una brutalidad. Además, los resultados se obtienen a corto plazo” Cedida

“El veterinario anestesió al caballo y procedí a pincharle la EPI con un ecógrafo guiado. En total fueron tres pinchazos, pero cuando realicé el segundo Teresa, la amazona, me dijo: ‘Esto está funcionando. Se está curando, en serio’. Y realmente, funcionó. Han estado trabajando y compitiendo con el caballo todo este tiempo. Ahora les pasó lo mismo con otro, y teniendo en cuenta que la anterior sesión fue muy positiva, han acudido otra vez a mí”, apunta. El pasado miércoles 19 de julio José Vilariño volvió a Añézcar, tratándo con éxito a otro de los caballos de Fernando Moreno.

TÉCNICA EPI

La técnica Electrólisis Percutánea Intratisular nació en Barcelona y Vilariño fue de los primeros fisioterapeutas en aprenderla. De hecho, hoy en día solo hay cuatro personas en todo el país que realicen trabajos con esta técnica: un hombre en Sevilla que se dedica a tratar lesiones de caballos y dos chicas madrileñas que han realizado un estudio con dicha técnica. Se trata de un método “muy bueno” a nivel de la fisioterapia: “No necesitas medicamentos, ya que lo único que inhibes son ondas. Por eso, las personas que son alérgicas a cualquier medicación pueden recibir este tratamiento al no introducir corticoides ni anestesia”, asegura. “Yo utilizo mucho esta técnica, me parece una brutalidad. Además, los resultados se obtienen a corto plazo, y puedes ver la mejoría muy rápido”, añade. 

En lo que se refiere al desarrollo de la técnica, el fisio explica que “se emplea una aguja en un proceso ecoguiado, por eso es necesario que tenga conocimientos sobre ecografía. A esa aguja le sometes una corriente galvánica, y crea algo parecido a una quemadura del tejido. Esto genera una reacción a nivel cognitivo que el cuerpo asimila como una agresión al tejido. Ante esta situación, responde con una reparación totalmente diferente a la que haría el cuerpo si hubiese sufrido una lesión”..