La iniciativa puesta en marcha desde el Ayuntamiento de animar a ganaderos locales a exponer allí sus animales resultó un éxito, ya que durante la mañana del domingo se pudieron ver más de 70 cabezas de ganado en el recinto ferial tafallés. Un almuerzo y las ganas de “hacer pueblo” bastaron para que la gente relacionada con el mundo equino de Tafalla se volcara con la feria, cambiando el desolador panorama de las últimas ediciones.

Los muetes y muetas pudieron disfrutar un año más de los paseos a caballo organizados por el Club Hípico Cristina Ullate y como novedad, también de la carroza de bueyes traída de berbinzana por Iván Suescun, con la ayuda de Imanol Fernández.

Al mediodía, “la tropa de caballería” culminó su jornada paseando por la avenida principal de la ciudad. Ayer también, al igual que el sábado, el ambiente matutino fue espectacular, agrupando multitudes tanto en los puestos de artesanía y alimentación como en las calles del Casco Antiguo.

Los txikis no quisieron perder la oportunidad de pasear con los bueyes Endika Iriso

LA EXPOSICIÓN AVÍCOLA

Por séptima vez consecutiva durante todo el fin de semana en las naves del recinto ferial estuvo visible el certamen Avícola Ciudad de Tafalla y el Campeonato navarro de Euskal Oiloa, organizado por EOALAK, Asociación de criadores de razas aviares vascas.

La exposición contó con 500 ejemplares, donde se pudo ver más de un centenar de ejemplares que participaron en el certamen navarro. También se vieron especies extranjeras de gallinas, patos, palomas y conejos autóctonos conocidos como “baserri untxiak”.

EN DEFENSA DE LA EUSKAL OILOA

El bizkaitarra Miguel Ángel García es el actual presidente de la asociación, que tiene cargos provinciales en Nafarroa, Araba y Bizkaia pero que aglutina a gente de Gipuzkoa, Cantabria, Burgos, Cantabria o Galicia. Su propósito principal es defender y divulgar la “euskal oiloa” y la “euskal antzara”, que son las especies de gallina y oca autóctonas que había antes en las casas de labranza y caseríos.

Exposición avícola en el ferial Endika Iriso

“La euskal oiloa está muy aclimatada a nuestro entorno, pero al no poner huevos como una industrial se ha ido sustituyendo, ya que para producciones grandes resulta menos sostenible”, cuenta Miguel. “La asociación quiere evitar su extinción y gracias a su fundación en 2006 y el trabajo que previamente se venía haciendo, el censo de ejemplares ha subido durante las últimas décadas.

En cuanto a su comercialización, Miguel explica que no se busca competitividad ya que se trata de una gallina de actitud mixta, que no puede competir frente a una industrial que pone cerca de 300 huevos al año, un centenar más que la vasca. “No obstante, al tercer año, la industrial deja de poner huevos mientras que esta no. Además, al contrario que la industrial, cuando termina su ciclo puede ser empleada para usos gastronómicos.

GALOPANDO ENTRE DOS MUNDOS

A pesar de que el origen de la Feria tafallesa de invierno se remonta a 1419, la de octubre es bastante más reciente. La feria caballar, evento central de la misma, ha sido motivo de peregrinaje de incesantes cantidades de gente y cabezas de ganado hasta su declive en el siglo XXI.

Sin embargo, hasta “hace 4 días” funcionaba, ¡y de qué manera! Según recoge el libro Historia de Tafalla de Josemari Esparza, en la feria ganadera celebrada en octubre de 1994 se pudieron ver 750 cabezas de ganado equino, de las cuales se vendieron 550, sobre todo potros para el País Valenciano. Según la cita, “se exhibieron diferentes razas de ganados y disciplinas de artesanía y tres grandes carpas alojaron los expositores”.

En octubre de 1999 todavía se vieron unas 1.200 cabezas de ganado caballar, mular y asnal, de las que se vendieron la mitad. Como curiosidad, se menciona que la novedad de la tarde fue el joven novillero tafallés de diecisiete años, Pablo Simón “Chicuelín”, nieto de Cayo Rincón. Toreó con traje de luces, mató cuatro novillos y cortó una oreja. La cita añade que “su paisano Javier Sota estuvo muy acertado con las banderillas”.

El explendor de la feria caballar ha ido perdiendo brillo tanto en octubre como en febrero, hasta llegar a la solitaria mula expuesta en la edición invernal de este año, icónica muestra de que el formato clásico había tocado fondo. Con la edición de ayer, se inicia una recuperación “contra tempore”, más visual que mercantil, que pretende mantener viva la llama de una tradición que se resiste a desaparecer.