“Por favor majestad, ¿cómo se puede ser tan maja?”, con esta frase final del discurso del director del certamen Ópera Prima de Tudela se ha puesto la rúbrica a la visita de la reina Letizia, una cita que se está convirtiendo en habitual y, como tal, va perdiendo su repercusión entre la población pese a la pompa, circunstancia y boato que la acompaña.

Pese a todo, lo cierto es que el público que ha acudido al cine Moncayo y al Barrio de Lourdes fue menor que en años anteriores y convertir una presencia no habitual en algo dentro del programa puede tener parte de la culpa. La capital ribera busca atar la presencia anual de la monarca y para ello no escatima en regalos: el conocido como panadero de Ablitas, Alfonso Baigorri, que ha entregado su tercera hogaza en tres años (esta vez con la inscripción Leonor 18), una cesta de verduras que dona el Consistorio con borraja, tomate, alcachofas y otras verduras de temporada de la tienda La alegría de la huerta, un libro sobre toros del más veterano integrante del cine club Muskaria, organizadores del certamen (El toreo, arte y mito, de Alfonso Verdoy), unos pendientes hechos a mano y un saco de nueces de Fustiñana. Los guardaespaldas vacían el maletero cuando saben que van a venir a Tudela.

Así, por más que un valiente ciudadano gritara a su llegada “¡Viva la República!” (apagado pronto por otro espectador que tras dos vivas a España remató con un sintomático “¡Arriba España!” y por los habituales “guapa” y “viva la Reina”), es imposible que Letizia Ortiz Rocasolano no vuelva a la capital ribera.

La reina hace su entrada en el cine Moncayo de Tudela en el Festival de Cine Ópera Prima. Patxi Cascante

Si hay algo sintomático es que las medidas de seguridad para retener a los periodistas (54 ayer, de 21 medios, una cifra que se mantiene) y también con el público, se han relajado y es cierto que ella, muy profesional, recorre desde la primera a la última valla, saludando a todo el mundo y no escatimando en selfies, hasta el punto que a veces ella misma coge el móvil a la espectadora de turno y lo hace. El protocolo real en Tudela se acaba al llegar al Barrio de Lourdes. De hecho la decana de la prensa rosa, Hola, se ha apresurado a decir que a su llegada a Tudela “busca la comodidad en un estilismo relajado, ha querido llevar un vestido con sello español por valor de 880 euros” y Semana remataba “la Reina Letizia se viene arriba en Tudela: nuevo vestido de cine y botas explosivas para mejorar su humor”. Lo dicho, que viene a Tudela relajada, pero no se nombra mucho al Festival Ópera Prima.

La espera

El público aguardaba desde las 10, aunque no llegaba hasta las 12.30, y apenas se vieron media docena de banderas españolas. La curiosidad de ver cómo la Policía Nacional inspeccionaba las alcantarillas y la llegada de la presidenta María Chivite, ha comenzado a calentar al personal que no ha escatimado en tímidos silbidos y algún que otro “¡fuera!” o incluso “¡sinvergüenza!”, contrarrestados por una mujer que no se ha cortado para lanzar un “¡María guapa!”, que ha generado un silencio a su alrededor, tan arriesgado en ese ambiente como el del que lanzó el grito de republicano.

Varias vecinas tudelanas haciéndose una fotografía con la reina Letizia. Patxi Cascante

Las autoridades han vestido sus mejores galas y en fila han esperado a que llegara la monarca para pasar revista y realizar el besamanos, mientras un ayudante esperaba junto al cartel del cine Moncayo con 5 paraguas blancos por si empezaba a llover. En esas filas han estado presentes Isabel Rodríguez, ministra de Política Territorial, el delegado del Gobierno, Valentín Velasco, el presidente del Parlamento, Unai Hualde, la consejera de Cultura, Rebeca Esnaola, el alcalde, Alejandro Toquero, y los miembros de la Corporación, en total, más de 20.

Por unas horas el nombre de Tudela han aparecido en el centro de la imagen del país, si bien el del certamen Ópera Prima y el del cine no tanto, opacados por el glamour, la parafernalia, los guardaespaldas, los 50 policías que acompañan cada dispositivo, los jefes de prensa y los de protocolo respectivos. En la prensa nacional ha quedado más para la historia el nuevo traje de 800 euros que el homenaje a Carlos Saura, pero lo que es seguro es que Letizia, Tudela y el cine van a estar unidos durante varios años.