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El retratista de Villava

Iker Ayesa ha dibujado 49 retratos de vecinos como Mikel San José, Félix Larraz o Mikel Oteiza que se exhiben hasta el viernes en la Casa de Cultura

El retratista de VillavaPatxi Cascante

Yolanda Justicia siempre le recomendaba a su hijo Iker Ayesa, 29 años, que organizara una exposición con las obras que había dibujado empleando la técnica del grafito. “¿Con trabajos de clase? ¿Con retratos de gente que no conoce ni Txus?”, le contestaba irónicamente Iker, que, al final, se ha lanzado a la piscina con 49 rostros conocidos de Villava/Atarrabia: el exfutbolista Mikel San José, Chema Garcés –Zapatos Garcés–, el alcalde Mikel Oteiza, Félix Ilarraz –Carnicería Olóriz–, Igotz Méndez –Chill Mafia–, José Mari Leranoz –Maño, figura clave en la sección de fútbol del Beti Onak–, la Juli –cocinera del colegio Atargi–, Pilar Oteiza –profesora en Atargi– o Mikel Asiain, parlamentario foral por Geroa Bai. “Quería que la exposición fuera entretenida, que tuviera un vínculo con el pueblo y que atrajera a la gente”, explica Iker. La exhibición, Herria Zintzilik –el pueblo colgando–, estará hasta este viernes en la Casa de Cultura de Villava. “Los retratos los sujeto en una cuerda con pinzas, como un tendedero”, detalla. 

A principios de 2023, la asociación Karrikaluze, entidad que desde hace dos décadas impulsa el euskera en Villava, propuso a Iker que dibujara rostros de vecinos implicados con esta lengua. “Me pareció muy buena idea y añadí vecinos míticos. Sin embargo, la procrastinación, ese gran amigo, me decía, ‘tranquilo, ya harás los retratos’. Llegó septiembre y no había dibujado ninguno. En fiestas de Villava socialicé lo justo, por no decir nada”, relata. 

El 4 de septiembre, se puso manos a la obra. En primer lugar, Iker subía la calidad de las imágenes de los protagonistas que le enviaban Karrikaluze, familiares y amigos. “Se dibuja mejor si la fotografía es nítida, si se notan los contrastes, las luces y las sombras”, señala. A continuación, “encajaba” las piezas en una lámina A3: “Siempre empiezo por el fondo, que es lo que menos me gusta. Después, dibujo el rostro, los ojos, la nariz, las orejas, el pelo...”, enumera. Según las características faciales, Iker tarda más o menos tiempo. “Lo que más odio es el pelo. Me encanta pintar calvos porque no dan ningún problema. A veces, hacía tres retratos en un día, los terminaba en un pim, pam pum”, bromea. Los rostros de otros vecinos requirieron más esfuerzo y les dedicó un día a cada uno. “Como Garcés, el de los zapatos. Entre los pelicos, las canas, las arrugas...”, incide.

Iker ha realizado los 49 retratos con un portaminas. “Así consigues un mayor nivel de detalle. A un lápiz le tendrías que estar sacando punta todo el rato”, apunta. Aún así, emplea tres tipos de lapiceros: 2B –tonos grises–, 2H –para difuminar– y 4B, con el que se consigue los negros más oscuros. “Se parece al carboncillo. Lo utilizo para el pelo, las barbas, la ropa y las sombras”, indica. Además, utiliza una goma, conocida como miga de pan, “con la que hago magia. Si utilizas la Milan de siempre, se queda una grasilla que estropea el retrato”. 

La exposición se inauguró el 22 de noviembre y la mayoría de los protagonistas, que no sabían nada de nada, se toparon con su rostro en una lámina A3. “Conseguimos mantener la sorpresa. Algunas personas dijeron ‘¿Ese soy yo o en Villava hay un doble’? Fue muy bonito. Vino muchísima gente”, confiesa. 

Durante este mes, decenas y decenas de vecinos se han pasado por la Casa de Cultura a contemplar los 49 retratos. “Ha tenido una aceptación de la leche. Las recepcionistas me han dicho que nunca se había acercado tanta gente. Y muchos repiten”, asegura. Otro síntoma del éxito de Herria Zintzilik es el libro de dedicatorias, repleto de felicitaciones. “Joder si la peña ha escrito. Aún no las he leído todas porque me emociono”, afirma. El apoyo de los vecinos le ha dado fuerzas para organizar una segunda exposición protagonizada por otros rostros de Villava. “Alguno vecino ya se ha propuesto”, adelanta. 

La afición por el dibujo viene de lejos. De pequeño, sus juguetes favoritos eran el lápiz y el papel y en la ikastola no paraba de dibujar pokemons. “Estaba enfermo. Pintaba hasta en los cumpleaños de clase”, recuerda. Los compañeros se quedaban tan fascinados con sus creaciones que en la ESO le empezaron a encargar retratos que dibujaba en un cuaderno: “Veía que me salían bien y eso me daba ánimos para seguir haciendo más. Me comenzaron a pedir de todo ”, relata. 

El hobby fue a más e Iker realizó el bachillerato artístico en Iturrama y perfeccionó su técnica en una escuela de pintura. Sin embargo, la vida laboral va por otros derroteros. “Trabajo en una fábrica y no me quiero dedicar al mundo del arte por ahora porque, si no estás muy arriba, estás condenado a morir de hambre”, finaliza.