Uno de los tesoros mejor guardados del patrimonio estellés -por casualidad o desconocimiento-, tiene las horas contadas. Se trata del mirador modernista que se construyó a comienzos del siglo XX en una finca de Zaldu, y cuya estructura y pinturas interiores son todavía una joya inesperada en un paraje rodeado de huertas, antiguas factorías industriales de plásticos o almacenes de material de construcción. Lo cierto es que los movimientos para su desmantelamiento están en marcha. Las obras de la UE-21 en la que se construirán inicialmente un primer bloque de 15 viviendas más sus correspondientes garajes, han comenzado de manera inexorable. 

Son las primeras, en esta parcela de casi 12.000 m² en la que se encuentra todavía oculto, este cenador cuya última defensa para su mantenimiento la intentó el Centro de Estudios Tierra Estella: “el cenador es de gran interés para el patrimonio de Estella-Lizarra. Tanto el edificio neogótico como las pinturas modernistas, son de gran valor artístico e histórico”, escribió Toño Ros. También el exresponsable del área de Cultura y Patrimonio, Regino Etxabe, advirtió de que con su derribo y traslado “se sigue corriendo riesgos; se descontextualizan las pinturas y no se ofrece un destino claro a la conservación de los fragmentos conservados” “¿Se quedarán para siempre en unas cajas?. 

Y es que el destino que le aguarda es el de la desaparición del edificio y la conservación de parte de la pinturas y yesos, aunque todavía no se sabe dónde.

Precisamente, los trabajos corren a cargo del equipo de la restauradora Blanca Sagasti (Sagarte), quien ya advirtió de que es “una operación agresiva para la pintura, únicamente recomendable en casos de necesidad extrema. En este caso, está justificado por necesidades de proyecto y se va a demoler el edificio”. El informe presentado indicaba el procedimiento “de arranque de película pictórica (a strappo) que consiste en el forrado de las pinturas con telas impregnadas de cola orgánica a las que quedará adherida la pintura tras el desprendimiento de la pared”, aunque ya advirtió de que tras el arranque “puede quedar una impronta de la pintura en la pared”. Un proceso que se inicia con “una limpieza superficial con una protección química de la pintura”. “Una vez secas las telas, se efectuarán los arranques tirando de los extremos de los forrados”, el proceso posterior será de enrollado y conservación en cajas. También se extraerán algunos paneles de yeserías del techo. 

El desarrollo de la unidad para la futura construcción de siete bloques se podrá realizar sin la interferencia de este edificio que pasará a la larga lista de los tesoros perdidos de la ciudad, pero esta vez hablamos de un patrimonio perdido en pleno siglo XXI, y que seguirá sumando la pérdida de otras obras ya irrecuperables para el patrimonio de Estella-Lizarra.