El Instituto de Altsasu ha recibido el Premio Nacional de Educación para el Desarrollo Vicente Ferrer con el proyecto “Altsasutik mundura, mundutik Altsasura, de Alsasua al Mundo, del mundo a Alsasua”, un trabajo realizado estos dos últimos cursos que abarca cinco proyectos en torno a la inclusión e interculturalidad, el medio ambiente e igualdad fundamentalmente. 

Con 575 estudiantes este último curso, desde 1º de ESO hasta 2º de Bachiller, el porcentaje de alumnado de origen migrante del centro constituye el 25% del total, con 17 nacionalidades diferentes. Si bien el modelo D es mayoritario, con 3-4 líneas en cada curso, la mayoría del alumnado migrante cursa sus estudios en el modelo A, con una línea. “Además del desarrollo de competencias y contenidos, nuestros objetivos son también la convivencia, la inclusión, el medio ambiente, la digitalización, el desarrollo de la creatividad y el fomento del euskera y la interculturalidad. Además, nuestro compromiso con Sakana es total”, apunta Uxua Azpiroz, coordinadora de este proyecto

Al respecto, destaca que es un proyecto llevado a cabo por el grupo de trabajo de Escuelas Solidarias del centro, formado por diez profesores y profesoras que han trabajado en red con la comunidad escolar, agentes sociales del entorno y numerosos colectivos que trabajan en pro de la inclusión, la erradicación de la pobreza y la lucha contra las desigualdades. “Hemos trabajado desde lo local hacia lo global, comenzando con el aula contenidos relacionados con el desarrollo humano y solidaridad, primero en el centro y más tarde en el pueblo, siempre en cooperación con diferentes colectivos del entorno como Banco de Alimentos, Sakana Harrera Harana, Mancomunidad de Sakana, Agencia de Desarrollo o Red antirumores racistas”, observa. “Pero no se queda ahí, ya que vuelve a lo local porque lo que pretende es que a través del desarrollo del pensamiento crítico, impulsar el empoderamiento de los y las jóvenes como motores de cambio hacia un mundo más justo, sostenible y solidario”.

La entrega de premios fue hace unos días en Madrid. Cedida

En el marco de este premio que concede anualmente la Agencia Española de Cooperación Internacional, lo presentó en Bolivia en el XIV Seminario de intercambio y formación en buenas prácticas en educación para la ciudadanía global y educación para el desarrollo sostenible, celebrado del 18 al 24 de junio en Santa Cruz de la Sierra. “Ha sido una experiencia muy enriquecedora a nivel profesional personal pero también muy intensa. El 6 de junio conocimos el fallo del jurado y el 17 cogimos el avión con destino a Santa Cruz. El calendario fue muy apretado porque había poco tiempo para recibir la formación, presentar los proyectos y visitar los proyectos de cooperación”, cuenta esta profesora de Lakuntza.

Los proyectos, uno a uno

Por un lado, se llevó cabo el proyecto "Todos y todas somos migrantes", con numerosas actividades con el objetivo de que el alumnado adquiriera competencias interculturales para vivir, interpretar y expresar la diversidad cultural como algo positivo. Otro era sobre patios inclusivos e interculturales que ofrecían una alternativa a al recreo con actividades como el ajedrez o el ganchillo para que el alumnado diferentes orígenes culturales interactuara y se conociera mejor. "¡Movilízate por la selva!" era el título del tercer proyecto. Consistió en una campaña de reciclaje de dispositivos electrónicos para su reciclaje con la finalidad de proteger los ecosistemas africanos. La acción finalizó con el apadrinamiento de tres chimpancés.

 “Las bartolinas, tejiendo redes por la igualdad de género”, era otro, centrado en estas mujeres campesinas indígenas de Bolivia que luchan por los derechos femeninos y campesinos, con talleres sobre empoderamiento, derechos humanos y equidad de género. Por último, el proyecto "Mugituz!: bizikletaria bide, autoari aire", desarrollado a lo largo del año en varias asignatras cursos, buscaba promover la movilidad sostenible. Se clausuró con una semana verde.

Uxua Azpiroz en el exterior de Altsasu Institutua. N.M.

“No se trata de un proyecto compuesto por una serie de acciones concretas que se realizan de forma puntual. Además de contar con un amplio apoyo del claustro y de la comunidad escolar, se ubica dentro de las actuaciones del Plan general anual del centro y se guía por los principios del proyecto educativo del mismo”, incide esta profesora.  Por ello, todos los proyectos se desarrollaron en el marco pedagógico de las materias del nuevo currículo que transversalizan en sus programaciones la educación para el desarrollo y la ciudadanía global. “Un grupo motor se encargó de planificar y realizar el seguimiento de todas las actuaciones en reuniones de coordinación semanal de materias como educación en valores cívicos y éticos, atención educativa, biología, economía y emprendimiento, filosofía y geografía e historia”. 

En cuanto a la metodología, para la mejora de la inclusión y la convivencia intercultural en el centro se utilizó el enfoque metodológico investigación-acción-participación. “La transformación que se buscaba en nuestro caso era el tránsito de la coexistencia entre el alumnado del modelo A y D a la convivencia intercultural entre el alumnado que cursa sus estudios en dichos modelos a través del aprendizaje cooperativo, una metodología activa que busca a través del aprendizaje entre iguales transformar las aulas tradicionales de enseñanza-aprendizaje en aulas activas y participativas, propiciando la implicación del grupo desde un enfoque colaborativo”, explica Azpiroz.