Historias del contrabando para los sábados de verano
El etxalartarra Santi Elizagoien ofrece en verano visitas guiadas en las que explica los detalles y anécdotas de su pasado como contrabandista
Santi Elizagoien ha transformado su pasado como contrabandista en una experiencia única abierta a todas las personas que quieran conocer el mundo de “los trabajos de noche” en Etxalar, su pueblo natal. Hoy en día, a sus 76 años, ofrece visitas guiadas nocturnas durante los sábados de julio y agosto, donde los visitantes pueden experimentar de primera mano las rutas que él y otros contrabandistas utilizaban para transportar mercancías a través de la frontera. Estas rutas abarcan unos 8 kilómetros y duran alrededor de 3 horas.
Elizagoien comenzó en el mundo del contrabando a una edad muy temprana. “Empecé con unos 17 años. Pero antes, los antiguos contrabandistas ya nos mandaban cruzar alguna calle, romper bombillas y cosas así… Para que al pasar los contrabandistas no se viera”, recuerda, rememorando cómo, siendo apenas un niño de 12 años, ya participaba en las actividades relacionadas con el contrabando, aunque de manera indirecta. Era una época en la que la vida en el pueblo estaba intrínsecamente ligada a este tipo de actividades clandestinas. “Nos mandaban: hay que romper bombillas aquí, o allá… Y nosotros enseguida íbamos corriendo y les dábamos con piedras hasta que se apagaban”.
Antes de eso, Elizagoien ya conocía un poco de qué trataba el asunto. “Los antiguos contrabandistas hacían zikiro en nuestro caserío, en Bekoetxea. Reunirse en el pueblo y hablando en euskera era un poco difícil, porque venía la Guardia Civil y… Entonces se juntaban en nuestro caserío. Solían ser unas 60 personas allí cenando, con acordeones y todo. Y nosotros con 8-10 años no sabíamos que era aquello” recuerda.
“En aquellos tiempos nuestro padre también andaba, de noche no estaba en casa y la madre no decía nada”. Fue entonces, con unos 10 años, cuando Elizagoien se empezó a dar cuenta “de que era un trabajo ilegal”. Después, poco a poco, se fue involucrando más. Y es que, en aquellos tiempos, de los “1.000 o 1.200 habitantes que había en Etxalar, había unas 100 personas que salían al contrabando” aclara.
“Ellos miraban a ver quién podría andar así, quién podría escaparse, quién era atrevido. Y así empecé a andar con ellos. Íbamos en parejas, uno de edad y uno joven, aprendiendo” explica.
El trabajo nocturno y las duras condiciones no lo desanimaron. Elizagoien recuerda con una mezcla de nostalgia y orgullo los desafíos que enfrentaba: “Al principio se pasaba mal. Hasta que el hombro se te acostumbrase a llevar 30 kilos, llorabas. Luego ya vas cogiendo fuerza. Y bueno, también te tenía que gustar… Para mí, cuando te salía la Guardia Civil y conseguías escapar, era como una hazaña”.
Elizagoien también destaca cómo la comunidad de contrabandistas se organizaba para llevar a cabo sus actividades y cómo se ayudaban entre sí, a pesar de ser “competencia”. “Si en la frontera había 10 o 20 paquetes, te tenías que organizar: unos mirando el camino, luego de uno en uno llevando paquetes cada cinco minutos, y después de dos en dos. Y cuando salía la guardia civil y echaban el alto, tirabas la mercancía y a correr”, recuerda.
“Entonces parecía que ya habías perdido esa mercancía, pero la llevaban a Pamplona o a San Sebastián y la subastaban allí. Entonces podías volver a cogerla tú o mandar a otro para que la recogiese. Pero luego, claro, le tenías que pagar un almuerzo” prosigue divertido. “Y así funcionaba eso”.
“La mercancía de aquí en Etxalar ha entrado muy poco. Normalmente ibas al Bidasoa, al hotel Etxalar, y ahí cruzabas el río y ya estaban los de Lesaka esperando. Ellos cogían y la llevaban en dirección a Oiartzun. Cogían los de Oiartzun y hasta Donostia. Y de allí ya se repartía, en camiones o… No era difícil, pero había que organizarse bien” relata. Y, además, “¡Sin móviles y sin luces!” dice riéndose.
A lo largo de los años el contrabando fue disminuyendo hasta que finalmente cesó. Pero para Elizagoien, esas experiencias de su juventud han quedado grabadas en su memoria y forman parte de su identidad. “Era un trabajo para ganarse la vida. No le he robado nada a nadie, tengo la conciencia tranquila, y no tengo ningún reparo en contarlo”, afirma.
Hoy en día, Elizagoien comparte estas historias y muchas anécdotas más con quienes se animan a recorrer las mismas rutas que él transitó en su juventud, esquivando a la Guardia Civil y transportando mercancías.
Temas
Más en Navarra
-
E.Leclerc Pamplona celebra su VII Feria de la Cerveza y Comida Internacional con más de 100 marcas y 190 ofertas
-
Falces cierra una agenda de tres días para celebrar las fiestas de la Juventud
-
Un pincho en favor de Adacen, propuesta de 24 establecimientos para la 'escalerica' sanferminera
-
La feria de empleo ‘Ribera Talent’ se celebrará el próximo 8 de mayo en la ETI de Tudela