Un año más, el calendario del carnaval en Navarra se estrenó en Uitzi. Y es que en este concejo de Larraun se metieron el sábado por unas horas en la piel de otros personajes; saltos en el espacio y en el tiempo en una fiesta en la que todo es posible. Así, se coló algún mamuxarro de Unanu escapado del espectáculo Mitoaroa de Zetak que mostró su cara amable junto a cocineros que se adelantaron a las celebraciones de San Sebastián, vaqueros, guerreros, vacas, palomitas, super héroes entre otros disfraces, algunos inclasificables. También había una cuadrilla de esquiadores que a falta de nieve le ponían ilusión, como decía Unai Ijurko, quién recordaba la afición a este deporte en Uitzi, situado a 706 metros de altitud. “Llegó en tiempos del tren del Plazaola, cuando venía gente de Tolosa a esquiar a la zona de Aldaia. En el pueblo la gente se hacía sus esquís”.
Si bien en este concejo de Larraun no hay personajes ancestrales, esta celebración bebe de la tradición. El acto central es la puskabiltza, ronda por buena parte de las casas de Uitzi, que se abren este día para agasajar a las visitas con un variado picoteo, tanto salado como dulce, y buen surtido de bebidas. Comienza a la mañana en Goienetxea y finaliza en Arriurdi entrada la tarde, con una docena de paradas.
De la organización de la fiesta se encarga una pareja de mayordomos, cargo que se renueva cada año a través del azar. Ayer eran Maider Galarza, de Txurdanea, e Imanol Soroa, de Angelenea, al frente de un grupo al que se unieron buena parte de los vecinos y vecinas de Uitzi, que cuenta con un centenar de habitantes. Además, es un día en el que regresan otros uitzitarras que viven fuera. Era el caso de Martín Martirena, de 73 años. “Vengo todas las semanas pero de normal apenas te juntas con nadie. Este día y en la ronda de fiestas, por San Miguel, se renueva esa relación de siempre. Se hace pueblo”, destacó. Testigo de muchos carnavales, recordaba que hasta los años 60 se celebraba en las fechas habituales, antes de entrar en la Cuaresma, pero que en esos años muchos jóvenes se iban a trabajar al monte, sobre todo a Francia, y volvían por Navidad. Para que no se quedasen sin esta fiesta, se adelantó al día de Reyes.
Después se pasó al domingo siguiente y desde el año pasado, al sábado para animar a la juventud. Además, se gana un día para recuperarse antes de volver a la rutina. Las celebraciones continúan el domingo con hamaiketako y comida popular. En la sobremesa, baraja en mano, se elegirán los mayordomos del año que viene.