Lo que pretendía ser una buena noticia para Olite-Erriberri, ha terminado siendo una decepción para varios sus vecinos. Y es que las obras que se están llevando a cabo en los alrededores del Palacio Real desde el pasado diciembre para dotar al exterior del monumento con una iluminación eficiente y sostenible gracias a una subvención de 300.000 euros, se han llevado por delante parte de un pequeño jardín ubicado en la plaza de la Rueda, y que tres vecinos han cultivado, cuidado y mimado durante cinco años en auzolan. Alberto Chueca, vidriero de profesión y vocación, y artífice de este pequeño rincón verde, admite su frustración con el tema, ya que “algo que hemos creado con todo nuestro cariño y esfuerzo para que lo disfrute la gente, se lo han llevado por delante sin miramientos, cuando se podría haber evitado tranquilamente”.

La historia de este peculiar rincón se remonta a hace siete años, cuando el ayuntamiento plantó un Olivo que había recibido gracias a unos fondos europeos. “Las obras para su plantación dejaron en la zona un talud bastante grande, que cuando llovía, el agua sacaba la tierra fuera. Fue en ese momento que nos cuestionamos el recuperar la zona y hacer algo que era en beneficio de todos”, recuerda Alberto. 

Así, hace cinco años, Alberto, junto a su mujer y una amiga, comenzaron a trabajar la zona moviendo tierras y decorándolas con piedras y arbustos, todo de forma desinteresada y autogestionada. “Hemos dedicado todos los sábados y domingos de los dos o tres últimos años a construir este espacio. Quitamos toda la hierba, rastrilleamos el espacio, nivelamos la tierra y comenzamos a plantar cosas. Pusimos un abeto blanco, varios cactus y alguna que otra cosa más. Incluso hubo gente que colaboró y nos regaló algunos ejemplares. También delimitamos la zona poniendo piedras de almendro, que fuimos personalmente al campo a cogerlas”, detalla. 

Estado del jardín antes de las obras. Cedida.

Tal era su compromiso con el proyecto, que no dudaban en ir a regar las plantas durante los días más calurosos del verano, gracias a una manguera que había en la zona y que pudieron utilizar. “No es hacerlo, sino mantenerlo, que es más importante que hacerlo. Para mi este proyecto es casi como un hijo. He puesto todo mi sentimiento, y al final es lo que vale. No es el trabajo, sino el sentimiento que se le ponen a las cosas”, sostiene. 

Actos vandálicos

Lamentablemente, durante este tiempo el jardín de la Rueda ha sufrido varios actos vandálicos, que según opina Alberto, este tipo de acciones las ejecutan “gente pobre, culturalmente y mentalmente hablando”. En su opinión, “a las personas les da igual que Olite esté bonito o feo, no les preocupa. Luego salen fuera y se maravillan con todo. Pero en su pueblo, la suciedad, la mierda y lo ordinario forma parte del entorno. Y cuando uno intenta hacer lo contrario, poner todo bonito, se lo pagan de esta forma”.

Sin embargo, la estocada ha llegado en las últimas semanas, cuando las obras de iluminación del Castillo, que requerían la instalación de dos arquetas y varios tubos de electricidad, se han llevado por delante un 20 por ciento, aproximadamente, del jardín. Una intervención que, según Alberto, no respetó su trabajo. "Han entrado como elefantes en una cacharrería. Han utilizado maquinaria pesada cuando podían haberlo hecho a mano, desde los adoquines de la plaza, y evitar así arrasar el terreno. Pero no es solo eso, es cómo lo han hecho. Han arrancado plantas, dejado escombros y tierra suelta. No han limpiado nada, simplemente han terminado y se han ido”, explica Chueca, mientras añade que "lo peor de todo es que no nos consultaron. Podrían haber preguntado cómo intervenir para no destrozarlo todo o al menos avisarnos. Pero no. Han actuado como siempre: deprisa, sin cuidado, solo para terminar y cobrar", lamenta.

Reunión con el Ayuntamiento

Ante la decepción de la situación, Alberto solicitó una reunión en el Ayuntamiento para pedir explicaciones y solicitar que se retiren las arquetas y se repare el daño. Sin embargo, la respuesta no fue alentadora. "Tanto el alcalde como el concejal nos dijeron que no nos preocupáramos, que lo dejarían igual que estaba. Pero eso es imposible. Ya hemos visto cómo esta empresa constructora, o destructora diría yo, trabaja: no rastrillan la tierra, no limpian los escombros. Es lamentable. Yo, que llevo 40 años trabajando para Príncipe de Viana, no se me ocurriría jamás dejar el espacio donde he estado trabajando sucio. Todo lo contrario, siempre intento dejarlo mejor de cómo yo me lo he encontrado", denuncia.

La situación ha llegado a un punto crítico, ya que las tres personas que han cuidado el jardín han decidido abandonar el proyecto. "No podemos más. Nos han dañado los sentimientos, y eso se paga caro", dice Chueca, quien también ha roto toda colaboración con el Ayuntamiento. "En navidades solía organizar un taller para niños, pero eso se acabó. Querían también realizar un concurso de pintura al aire. Nada, que no cuenten conmigo para nada más", finaliza.