Zamar handiak, zamar txikiak y neskak impusieron su ley en las calles de Olazti el sábado, con permiso de las autoridades locales, que también participaron en una animada comitiva de cientos de personajes relacionados con un pasado rural.

“Cada vez se disfraza más gente”, comentaban unas olaztiarras. Fue una muestra del arraigo de esta fiesta en Olazti, que dejo de celebrarse en 1937 y fue recuperada en 1992.

La comitiva arrancó en la escultura de Neska, realizada en la parte baja del tronco de una gran secuoya que había cerca del frontón descubierto. El carnaval es irreverente y los zamarros lanzaban tierra a las personas que se cruzaban en su camino. Antes era peor, ciemo.