Susana Crochets, de afición a oficio en Altsasu
Susana Santano ha dado el paso de crear su propia empresa para la venta de artículos realizados a ganchillo además de talleres para enseñar esta técnica
Susana Santano Díaz, altsasuarra de 48 años, ha dado el paso de convertir su afición en oficio. Y es que ha puesto en marcha Susana Crochets, un pequeño negocio dedicado a la realización de piezas únicas que realiza a ganchillo y que vende en ferias así como a través de Internet. Aprendió esta técnica de niña, casi sin darse cuenta. “Mi madre nos enseñó ganchillo, punto y punto de cruz. Le gustan mucho las labores y yo he heredado esa afición”, apunta. El día a día, con la crianza de dos hijos pequeños y otras obligaciones, le llevó a aparcar esta faceta. “Hace 2-3 años mis hijos estuvieron enfermos. Había visto en Internet una riñonera de crochet y me animé a hacer una. Cuando volví a coger el ganchillo percibí que me aportaba una sensación de tranquilidad”, recuerda esta socióloga de formación.
Lo cierto que el crochet va más allá de una actividad manual, es una técnica que se ha demostrado eficaz para ayudar a reducir el estrés y la ansiedad. Y es que al tratarse de una práctica repetitiva y concentrada, los movimientos lentos y fluidos ayudan a calmar la mente y desconectar, una especie de meditación. “Al hacer ganchillo tienes que concentrarte en cada punto, en el hilo y en el ritmo del proceso. Te obliga a estar en el presente porque te enfocas en lo que estás haciendo”, apunta Susana Santano, que anima a descubrir el poder terapéutico y creativo del crochet.
Otros beneficios asociados son la mejora del estado de ánimo al ver los avances de la pieza en la que se trabaja, fomentando la autoestima. Asimismo, estimula la mente, sobre todo a la hora de realizar nuevos puntos o patrones, y mejora la motricidad fina y la coordinación mano-ojo. Además, al ser una actividad que requiere tiempo y atención, se desarrolla la paciencia y la perseverancia.
El siguiente reto fue la realización de una diadema, su primera venta. “He ido publicando todo lo que hacía en Instagram. Una amiga vio la diadema y le gustó. Le quería regalar una pero me dijo que me la compraba”, recuerda. Poco a poco, de forma autodidacta a través de imágenes y vídeos que veía en Internet, comenzó a realizar diferentes prendas como toquillas o chalecos junto a piezas más pequeñas. Bolsos, marcapáginas, llaveros, sonajeros, broches o amigurumis cogieron forma en sus manos. Todo un éxito. “En las ferias la respuesta ha sido muy buena. Pero para ir a algunas te exigen que estés dada de alta como autónoma”, indica. Así, comenzó a tomar forma en su cabeza la idea de constituirse como empresa individual. “Sé que es difícil vivir de ello pero es una ayuda y me mantiene activa a la vez al tiempo que me permite conciliar la vida laboral y familiar”, observa.
Para la puesta en marcha de su negocio contó con el asesoramiento del Servicio de Apoyo al Emprendimiento de Cederna Garalur, un servicio público y gratuito cofinanciado por Servicio Navarro de Empleo – Nafar Lansare dirigido a cualquier persona emprendedora de la Montaña Navarra. “Estoy muy agradecida a Cederna Garalur, sobre todo a Oskia Lazkoz”, destaca.
TRABAJO ARTESANAL
Susana Santano cuenta que lo más difícil es poner precio a su trabajo. “En una feria tenía a la venta en 50 euros un Olentzero de unos 30 centímetros. Una mujer se paró y me dijo que era caro. Al rato vino otra y me dijo que era muy barato”, recuerda. “En una sociedad con tanta oferta, a veces no se valora el trabajo artesanal. Además, trabajo con algodones tejidos naturales muy agradables al tacto. Son piezas únicas con incontables horas de trabajo, hechas para que duren y fáciles de lavar, y por tanto más sostenibles y respetuosas con el medio ambiente. Hay niños que duermen con algunos de mis muñecos”, comenta. Al respecto, explica que amigurumi, técnica que viene de Japón, significa “regalos con amor, con una parte de ti. Van más allá de algo material. Le pones toda la ilusión a la pieza”.
Comenzó con esta técnica por encargo. “Me pidieron que hiciera una sirenita para un regalo. Desde entonces he hecho momotxorros, sorgiñas, Olentzeros, Mari Domingis, muñecos de Frozen. Es un patrón base al que le vas añadiendo las piezas. Los hago bajo pedido, con la posibilidad de personalizar los muñecos”.
Asimismo, imparte talleres para enseñar esta técnica a personas de todas las edades y programa talleres temáticos puntuales de una jornada para hacer un elemento concreto. “He descubierto que me gusta enseñar. Se crea un ambiente muy bonito, la gente ve que progresa y el subidón que sienten es impresionante. Hay cosas que no se deberían perder. Cuando digo que me dedico al crochet hay personas que me dicen que tendré la casa llena de tapetes. No tengo ninguno. Es una forma divertida de expresar la creatividad que tiene muchos beneficios para la mente y el cuerpo, contribuyendo al bienestar general”, incide.
Sus trabajos se pueden ver en Instagram en @susanacrochets. “Todo lo que hago lo cuelgo en Internet. Pronto contaré también con mi propia página web. Comienzo con mucha ilusión un camino que no sé dónde me llevará pero muy contenta de intentarlo”.
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