Dulces de quinta generación en Tafalla
Ibai Flamarique ha cogido las riendas de ‘Dulces Artesanos Virgen de Ujué’ y ya es la quinta generación de la familia en seguir con el negocio. Este domingo estará vendiendo sus productos en la Romería de Ujué
Ibai Flamarique Catalá es la quinta generación de una familia que lleva desde 1880 endulzando la vida de miles de personas. Lo suyo con los dulces no es una moda pasajera ni una aventura improvisada: es una herencia, un oficio que ha mamado desde txiki y que, tras un tiempo dedicado a otro trabajo, ha decidido abrazar por completo. Hoy es él quien se pone al frente de Dulces Artesanos Virgen de Ujué, el puesto ambulante de la familia Piltra que recorre ferias y romerías por toda Navarra, y que este domingo estará, como cada año, en la Romería de Ujué.
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La historia de este negocio es también la historia de Tafalla, escrita a base de garrapiñados, chocolates y caramelos. Arrancó en el siglo XIX, cuando la necesidad empujó a la familia Piltra a buscarse la vida fabricando dulces artesanos. Fue el tatarabuelo de Ibai quien dio los primeros pasos, y luego su bisabuelo Santiago continuó con el oficio hasta que, en 1936, fue fusilado. Entonces fue Cirila, la bisabuela, y madre de nueve hijos, quien cogió las riendas sin soltar el cazo de caramelo. “Mis abuelos y bisabuelos se subían al tren en el trayecto Castejón – Tafalla – Pamplona con una canastilla a vender los dulces que hacía mi bisabuela”, cuenta Ibai, que conserva las recetas y herramientas de aquella época. “También acudían a muchas romerías y fiestas de pueblo. Era la forma de ganarse la vida”.
Hoy, Ibai recoge ese testigo con ilusión, compromiso y una mirada que mezcla respeto por lo tradicional con la necesidad de adaptarse a los tiempos. “Me ha tocado estar viendo siempre en casa cómo se hacían, ayudar cuando hacía falta… Y al final decidí dejar mi anterior trabajo porque esto es lo que me gusta”, explica. La jubilación de sus tíos, hasta ahora responsables del negocio, fue el empujón definitivo. “Creí que era buen momento de dar el paso y coger las riendas”.
Garrapiñados y chocolates
Desde su obrador en Tafalla elabora todos los productos que luego vende en ferias, mercados medievales y citas como la Feria de Navidad de Iruña o San Blás en Peralta. Pero si hay una cita especial para él, esa es la de este domingo en Ujué. “Con el nombre que tenemos y el legado que arrastramos, Ujué es nuestra feria estrella. Históricamente siempre se ha ido a vender allí, es algo muy nuestro”, dice.
El producto estrella sigue siendo la almendra garrapiñada, elaborada con materia prima local —principalmente de Nafarroa y La Rioja— y una capa fina de azúcar. Pero no es lo único: también trabajan con nueces, pipas, avellanas, sésamo, cacahuetes y otros frutos secos. Y a eso se suman los chocolates, bombones, caramelos, piruletas y figuras como chupetes o martillos. Todo se hace de forma artesanal, a mano, con los mismos métodos de siempre. “Nos ofrecen hacer género más barato, pero nosotros apostamos por la calidad. No podemos competir en precio con lo industrial o lo que viene de China, pero sí en sabor, en textura y en tradición”, señala Ibai.
Al mismo tiempo, el negocio ha sabido innovar. Hoy ofrecen productos sin azúcar, sin lactosa o sin gluten, y sus piruletas pueden llevar dibujos animados o escudos de fútbol gracias a los nuevos sistemas de impresión comestible. “Nos vamos amoldando a lo que la sociedad va pidiendo”, apunta. “Hay muchísima gente joven que viene a por las garrapiñadas sin azúcar. Apenas se nota la diferencia y están súper ricas”.
Naparbideak
Más allá de las ferias, Ibai también se mueve con la Asociación Naparbideak, que reúne a productores navarros de primera calidad y organiza ferias por todo Nafarroa. “Hay un feeling guay. Nos conocemos, nos ayudamos, almorzamos juntos… da gusto estar ahí”, dice.
Y aunque reconoce que el trabajo en ferias es “muy esclavo” y depende del clima y de la afluencia de público, Ibai no pierde la ilusión. Le gustaría dar un paso más e introducir sus productos en tiendas de delicatesen o comercios que apuesten por lo artesano. “Hasta ahora no se podía por temas de producción, pero poco a poco vamos a ir metiéndolo. Tener algún punto fijo también da estabilidad”, explica.
Lo que sí tiene claro es que este domingo estará en Ujué, vendiendo los dulces que empezaron a fabricarse hace casi siglo y medio, y demostrando que el relevo generacional no es una frase hecha. Es una realidad viva, que huele a almendra tostada y sabe a historia familiar.
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