Fue en el año 2007, recuerda Elsa Castillo Garrido, cuando se incorporó a la ganadería que dirigía su padre, Luis Castillo, La Ladera, y que arrancó su abuelo con seis vacas. Ahora, y de la mano de su hermana, Idoya Castillo, ha tomado el timón de la empresa afincada en Peralta y, además, la acaban de nombrar presidenta de la cooperativa Kaiku, la primera mujer, y navarra, que ostenta este cargo.

Después de probar la empresa privada, explica Elsa, “tomé la determinación de dejarlo todo e intentarlo aquí, y ya no hubo vuelta atrás; supe que no sería feliz haciendo otra cosa. Y es que esto no es un trabajo, es un modo de vida”.

En la actualidad tienen 360 animales, entre vacas adultas y de recría, “y una de las cosas que más me gusta es que cada día es diferente. En algunas labores hay unas rutinas muy estrictas, como en el ordeño y la alimentación, pero el resto es bastante cambiante”.

Elsa Castillo y su hermana, Idoya, junto a algunos de los animales que tienen en Peralta

Además, y lejos de ser un trabajo estancado, “cada cierto tiempo hay una revolución; hace años fue la nutrición, después la genética, el bienestar animal y, por último, la tecnología que, a mi entender, no ha hecho más que empezar”.

El día a día

La ganadería “desempeña una labor fundamental en el entorno rural, y tenemos que ser capaces de transmitir que el futuro de nuestros pueblos pasa por adquirir productos de cercanía, sostenibles y de calidad”. En este caso, y para hacer bien el ordeño, “se requiere de una buena higiene; hay que limpiar y secar bien la ubre antes de ordeñar y aplicar un desinfectante después. También es muy importante que la vaca esté relajada para que el ordeño se realice correctamente”.

De media, cada vaca da unos 45 litros al día, por lo que en La Ladera de Peralta producen 8.500 litros diarios (unos 3.100.000 litros anuales gracias a las 190 vacas de ordeño). La leche se guarda en un tanque refrigerado a 4 grados de temperatura y la cooperativa la recoge diariamente en camiones cisterna.

Y, para hacer una leche de máxima calidad, “lo primordial es que la produzcan vacas sanas y bien alimentadas; con un alojamiento adecuado y un manejo respetuoso”.

Por este motivo, en la finca tienen el establo principal donde se encuentran las vacas de producción y luego diferentes patios para recría y animales próximos al parto. “Es importante que la recría esté organizada por edades para darles una alimentación diferenciada en cada etapa”. En este sentido, cuenta que su menú se basa en el maíz; comen una mezcla de pienso, alfalfa deshidratada, paja picada, bagazo de cebada, pulpa de remolacha y silo de maíz. “Una vaca ingiere unos 58 kilos de comida al día”.

Una pionera

Ella, que sigue el legado de sus familiares, referentes y pioneros en diversos menesteres como soltar a las vacas o hacer un manejo con tres ordeños, se siente muy orgullosa de ser la primera mujer y la primera Navarra en presidir la cooperativa Kaiku. “Es cierto que cuando yo empecé en esto era muy raro ver a una mujer dirigiendo una ganadería; había muchas en la sombra, pero era excepcional ver a mujeres en un primer plano. Ahora cada vez somos más y nos sentimos más valoradas”.

Elegida por el consejo rector, su principal función en el nuevo cargo es ejercer el liderazgo estratégico y representar a la entidad.

Entre los retos que se marcan, apunta, “hemos iniciado un proyecto con la consultora Ingoin, que tiene como objetivo el fortalecimiento y la renovación de la cooperativa, y estoy muy ilusionada con la acogida que está teniendo. Otro de mis objetivos es la captación de nuevos socios que vengan a reforzar la cooperativa. Además, debemos asumir un rol de liderazgo en el sector lácteo; nuestros ganaderos producen una leche de calidad excepcional y debemos asegurar que esto siga así y que tengan estabilidad económica para ofrecer un producto de calidad con un precio competitivo”.

El futuro

Para Castillo, lo más sacrificado es que “las vacas no son una máquina que puedas apagar; requieren atención todos los días del año, sin excepción. El tamaño de mi ganadería me permite tener mano de obra externa que hace que podamos disfrutar de las vacaciones que mi padre y mi abuelo no tuvieron, pero no en todos los casos es así, y lo más satisfactorio es que la vaca es un animal muy agradecido y todo lo que le das te lo devuelve en forma de leche”.

El padre y el abuelo de Elsa e Idoya, pioneros también en el tema ganadero

En cuanto al futuro, cree que el principal reto al que tienen que plantarle cara es al de la falta de relevo generacional, “pero hay muchos otros asuntos con los que lidiar como son la sostenibilidad ambiental, nuevas enfermedades en el ganado, excesiva burocracia y normativa o la inestabilidad de los mercados”. Y, en cuanto al devenir de La Ladera, “mi padre nunca me condicionó para que me dedicase a la ganadería, y yo espero hacer lo mismo con mi hijo. De momento le gusta más tocar el piano que las vacas, pero si algún día quiere dedicarse a la ganadería, tendrá las puertas abiertas”.