A tan sólo 40 minutos en coche y rodeado de montañas, se encuentra el coqueto valle de Arce o Artzibar. Un rincón idílico y a la vez despoblado formado por 7 concejos y 9 lugares habitados, separados hoy por la lámina de agua del embalse de Itoiz. Se trata de un valle extenso de 146 km² y diverso en lo territorial y lo humano, donde conviven desde hace medio siglo pueblos tradicionales con otros recuperados, en un esfuerzo compartido por mirar hacia el futuro con optimismo sin olvidar el peso de la historia y la memoria.

Aunque la ganadería y la agricultura siguen siendo pilares del día a día, muchos habitantes trabajan en los servicios, el turismo o se desplazan a Iruña/Pamplona. Desde las instituciones locales se lucha por reforzar el arraigo y por fortalecer el territorio con inversiones en ganadería y en la recuperación del patrimonio natural y cultural. Javier Díez Huguet, alcalde de Artzibar, repasa la situación actual del valle, los proyectos en marcha y las sombras que se ciernen sobre compromisos ya adquiridos en legislaturas anteriores.

¿Cuáles son los proyectos en los que está trabajando el Ayuntamiento?

–Estamos ejecutando 3 proyectos relacionados con patrimonio y turismo: la recuperación del puente esqueleto, el sendero del camino real -que a través de este puente comunica los pueblos de la margen izquierda con los de la derecha en el río Urrobi - y el acondicionamiento de los tramos con más pendiente de la Eurovelo3. Aquí debo agradecer al Departamento de Cultura, Deporte y Turismo de la consejera Esnaola y sus equipos, que nos han ayudado para acometer estas mejoras.

Desde el Ayuntamiento, se impulsó un proceso de participación ciudadana para el desarrollo local y sostenible del valle. ¿Qué necesidades y retos se detectaron?

–Uno de los elementos clave ha sido la vivienda. Había una expectativa clara: la construcción de 4 viviendas en Nagore y la puesta en marcha del espacio de Zandueta con más usos que el habitacional. Pero los compromisos de las viviendas se han visto eliminados esta legislatura por Nasuvinsa, y el de Zandueta, a día de hoy, está postergado por el Departamento de Cohesión Territorial.

¿Cómo responde el Ayuntamiento ante la falta de soluciones habitacionales?

–Siguiendo la filosofía de “Lan eta Bizi”, que pretende apoyar la puesta en uso de vivienda asequible en el Pirineo, hemos adquirido, con subvención de “Reto Demográfico”, un antiguo palacio para crear espacios habitacionales en Arrieta. Además, estamos actualizando el plan urbanístico municipal con la ayuda de la Dirección General de Ordenación del Territorio.

Desde hace 3 legislaturas estáis trabajando en el cumplimiento del plan de desarrollo integral del valle y las actuaciones pendientes tras la construcción del embalse de Itoiz, que causó una herida profunda. ¿En qué se ha avanzado?

–Ése es uno de los temas fundamentales. Ya han pasado 22 años desde el derribo de los pueblos inundados por Itoiz y lo que reclamamos es una compensación justa por la contribución del territorio con el desarrollo que genera el embalse. Con la presidenta Barkos y bajo la dirección de la consejera Elizalde, iniciamos los contactos y se priorizó la ejecución y gestión de las zonas de baño en Nagore y Arce, la reconstrucción del palacio, la casa del ermitaño y su entorno. También una compensación justa a los 4 ayuntamientos afectados por la contribución del territorio con el desarrollo que genera el embalse de Itoiz.

Aportación que, tras varios debates, se aprobó bajo la Dirección General de Proyectos Estratégicos del vicepresidente Ayerdi en la primera legislatura de la presidenta María Chivite...

–Así es, se aprobó una aportación temporal con duración hasta 2026, condicionada a los presupuestos. Lo que reclamamos es que esta compensación dure mientras dure el embalse y tenga el rango legal suficiente para no tener que estar mendigando a cada cambio de legislatura.

Las obras de la presa de cola de Nagore realizadas por la CHE fueron avanzando y por fin comenzasteis a ver la luz al final del túnel.

–Sí, se empezaron a poner en uso las zonas de baño y, en ese tiempo, la Dirección General de Proyectos Estratégicos de Rubén Goñi consiguió fondos para la rehabilitación del palacio y su entorno, con espacio de restauración y expositivo y la casa del ermitaño, con el objetivo de ser un punto de acogida ordenado. También se recuperó Zandueta como espacio de desarrollo para el valle. Se creó un modelo de trabajo eficiente cercano entre administraciones y población y sin saberlo surgió la cogobernanza. Había ilusión, el sueño se iba cumpliendo.

Una ilusión que, sin embargo, se ha ido apagando con la segunda legislatura del Gobierno de Chivite.

–Volvemos a otros tiempos: mismos partidos apoyan al Gobierno, pero cambia quién gestiona el territorio. El Departamento de Cohesión Territorial lleva 2 años recolectando el trabajo anterior sin acabar de terminarlo y dejando secar formas de gestión que han funcionado. Hacer la huerta han sido muchos años, y si ésta no se siembra, riega, abona y acompaña, se acaba. En esta huerta se sembró también ilusión, reconciliación, reconocimiento, reparación, sueños. No vamos a consentir que la agosten. Aquí hemos aprendido a trabajar entre diferentes para conseguir mejoras para la población. Se constituyó una Mesa de Gestión en la que actualmente nos sentimos completamente desplazados, ya que no tienen en cuenta ninguna de nuestras propuestas. Se ha perdido el trabajo compartido, nos falta una interlocución ágil y fluida que escuche y solucione.

¿Y cuáles son esas actuaciones que quedarían pendientes de realizar?

–Muchas, como poner en uso el espacio de Zandueta, la construcción de un albergue que complete la restauración del Palacio de Arce, completar los servicios en las zonas de baño de Nagore sin olvidarnos de la impermeabilización del embalse de cola de Nagore con las actuaciones que lo acompañan, la pavimentación de caminos de Usoz y en Uriz, etc. No vemos que se estén atendiendo estas necesidades por parte del Departamento de Cohesión Territorial, que es quien acogió el desarrollo de las cuestiones pendientes en el valle.