En una gala llena de emoción, Berta Arzoz Gastón recogió ayer en el Kulturgunea el premio Ciudad de Tafalla Tubal Saria 2025; un premio que otorga el Ayuntamiento de la localidad con el objetivo de agradecer y reconocer a aquellas personas y/o entidades que “han trabajado por que Tafalla tenga un lugar en el mundo y en su historia, favoreciendo la cultura, el deporte o el asociacionismo”. Por ese motivo, el premio de esta segunda edición fue para “una pionera que en tiempos convulsos apostó por crear comunidad y sembrar lo que hoy es una de las señas de identidad de Tafalla: su potente tejido asociativo”, según describía Xabier Alkuaz, alcalde del municipio, durante su discurso de presentación.
En concreto, Berta Arzoz fue una de las fundadoras de la Asociación Chiquilandia y única integrante viva de aquel grupo de jóvenes que, en el año 1964, puso en marcha un proyecto que acabaría siendo el germen de buena parte del tejido cultural y social de la ciudad en la actualidad. “Dijimos que este premio tenía que servir para reconocer a personas que han aportado a Tafalla y la han situado en el mundo, ya sea en la cultura, el deporte o el asociacionismo. Berta Arzoz representa todo eso. Era una deuda que Tafalla tenía con ella”, añadía Xabi.
Así, a sus 94 años, Berta Arzoz recibió este premio como un homenaje a toda una generación que apostó por transformar Tafalla desde la base. “Cuando me lo dijeron me subió la tensión de los nervios. Al principio les dije que no, pero insistieron en que me lo merecía. Y es verdad, he dado todo lo que se podía dar. Con 94 años es una gran alegría. De Chiquilandia ya no queda nadie más que yo, así que este premio lo recibo en nombre de todos”, relataba la protagonista.
Una mirada a la historia
El 12 de abril de 1964, tal y como relata el libro Historia de Tafalla, de José Mari Esparza Zabalegi se inauguraban los locales de Chiquilandia, ubicados en las antiguas bodegas de la Primicia, a la sombra de la parroquia Santa María. En las llamadas “cuevas” de Chiquilandia los chicos y chicas disfrutaban de películas infantiles, música, juegos o chucherías. Fue una asociación cultural y educativa para los más pequeños, que acompañaba la catequesis con una gran variedad de actividades que condicionaron el ambiente infantil, cultural y festivo de la ciudad durante muchos años. Danzas, txistus, fanfarres, gaiteros, cornetas y tambores, jotas, días del niño, majoretts... Chiquilandia lo fue todo en Tafalla.
Pedro Mari Flamarique, Berta Arzoz, Fernando Asa o Javier Murillo fueron los grandes activistas que dieron vida a la ciudad con cientos de muetes y muetas y de esa forma Chiquilandia se convirtió pronto en una auténtica escuela de cultura popular. La fanfarre, los joteros, las majoretts o la rondalla viajaron por toda Navarra, e incluso llegaron a Miranda de Ebro o a participar en Sanfermines. “Recuerdo que una vez fuimos a Ochagavía con 18 autobuses llenos: niños, padres, abuelos… todo el mundo se lo pasaba bien. A Murillo el Fruto fuimos con las joteras y les gustó tanto que ahí hicieron la primera escuela; y de ahí han salido también muchas de las jotas que hoy se cantan en tantos pueblos”, apuntaba Berta.

Sin embargo, De todas las iniciativas, el Día del Niño, que se celebraba el 25 de julio, fue quizás la más multitudinaria y la que dejó una huella más profunda en la memoria de Tafalla. La idea nació tras un viaje a Deba, donde algunos sacerdotes vieron cómo se celebraba allí esta jornada. “Trajimos la idea y aquí lo hicimos a lo grande”, recuerda Berta. La celebración comenzaba en la parroquia de Santa María con la fanfarre, los txistus, las majoretts, los dantzaris, los payasos, los joteros y toda la comitiva infantil. El desfile recorría las calles hasta llegar a la plaza de toros, que se llenaba hasta los topes. Allí tenían lugar las exhibiciones de bailes, música y juegos en un ambiente festivo que convocaba a familias enteras. “Era precioso, la plaza no cabía de gente. Se convirtió en un día esperado por todo Tafalla”, resume Arzoz.