La localidad ribera ultima los detalles de cara a una de las citas más asentadas del calendario navideño peraltés, el belén viviente, una tradición que ya va por su 23ª edición y que tendrá lugar el 28 de diciembre al anochecer. 

El casco viejo de Peralta dará un salto al pasado y, con todo cuidado al más mínimo detalle, cambiará por completo para el deleite de los allí presentes. A las 18.00 horas, informan, será la apertura propiamente del belén y de lo que atañe, pero la representación no arrancará hasta las 19.00 horas. 

Para que todo salga bien, cuentan, hace falta mucha gente y, de hecho, calculan que están más de 200 personas implicadas; además de los adultos de los puestos y que ayudan con el montaje y desmontaje, también participan cerca de un centenar de niños y niñas desde 4º de Educación Primaria hasta 3º de la ESO. “También están quienes, siendo más mayores, quieren seguir y, por supuesto, les buscamos un hueco porque, al fin y al cabo, ellos y ellas son el futuro de este acto”.

El trabajo más importante empieza el sábado con la colocación de cañas, pinos y paja, así como con la decoración de la zona de la hoguera y del portal. Después, el mismo día de la representación por la mañana, además del ensayo general, se colocan los puestos, lugares en los que los padres y madres de los txikis colaboran y aportan el material necesario. 

La transformación

Tres de los papeles más relevantes los tienen quienes hacen de María, José y el niño Jesús. “Al principio a muchos les da apuro, pero luego todos dicen que repetirían”, comentan desde la junta. Después, y para que la gente no se amontone y todo el mundo pueda seguir y disfrutar del periplo de esta familia, una megafonía ya grabada se reproduce por el recorrido.

La representación arranca en la puerta del Gobernador, en la iglesia, donde están los de 2º y 3º de la ESO, y, siguiendo el recorrido, está un puesto de chocolate, las telas, los pregoneros, la primera posada, la panadería, la segunda posada en la que son rechazados, la carpintería, la jaima que este año han modificado porque derruyeron la casa, los halcones, el zapatero, que es una novedad y que es un puesto en el que ya anuncian que habrá sorpresas, las verduras, la tercera posada, la hoguera, el puesto de migas y el portal en el campanar. Tampoco faltan en las calles aledañas la sinagoga, la alfarería, la casa de la música, el prestamista, el zoco donde dan tostadas, bizcochos y dulces, y las tortas del centro parroquial.

Agradecimientos

“Es un evento muy, muy intenso, en el que todo está muy concentrado y requiere de mucho trabajo, pero merece la pena; es un momento único y mágico”, relatan. A la cita se acercan todos los años miles de personas por lo que, eso sí, recomiendan ir con tiempo, sobre todo para dejar los coches. Además, y en cuanto a la posibilidad de innovar, recalcan que siempre hay margen de mejora pero que su principal reto es adaptarse al espacio porque hay edificios en el casco antiguo que desaparecen de un año para otro.

En este sentido también destacan la implicación de los distintos párrocos que han pasado por la localidad, y la ayuda de las empresas y de los y las voluntarias.