etxalar - El párroco de Etxalar, Pello Apezetxea Zubiri, ha comenzado el año con un nuevo libro que añadir a su nutrida colección. En Joandakoen oroigarriak; Etxalarko hilarriak hace una recopilación de las estelas funerarias, menhires y crómlech que se han erigido en Etxalar en recuerdo de aquellas personas que se fueron de este mundo, principalmente las hilarriak que se muestran tan espléndidas y cuidadas en el jardín de la iglesia Andre Mari.

Pello Apezetxea Zubiri nació en Goizueta el 2 de junio de 1932 y, además de cura de la localidad, es un prolífico escritor, presidente de Ttipi-Ttapa Fundazioa y miembro de honor de la Academia de la Lengua Vasca-Euskaltzaindia desde el 26 de noviembre del 2004. Durante los últimos años ha publicado varias obras, con su localidad de acogida desde hace más de medio siglo como hilo conductor. En 1999 publicó el artículo Etxalarko Usategiak sobre la centenaria caza con red en las palomeras, en la revista Cuadernos de Etnología y Etnografía de Navarra. El año 2006 publicó Etxalar. Bi erreka arteko Andre Maria Eliza, sobre la iglesia parroquial y en el año 2009 dos libros más: Etxalarko historiaren zenbait jakingarri y Etxalarko etxeen izenak, sobre la historia y las casas de la localidad. El año pasado recopiló las crónicas y escritos de Teodoro Arburua sobre Etxalar y ahora documenta las estelas funerarias del pueblo. Según señala Apezetxea, “en cierta medida es consecuencia de la historia de mi vida en Etxalar. Cuando llegué a la localidad estaban realizando algunas obras en el camposanto, unos caminos de cemento que perduran. Para ello, las cruces de las sepulturas y la mayoría de las estelas estaban fuera, cerca de la entrada. Tras finalizar las obras, trajimos 12 de las estelas al viejo cementerio junto a la iglesia y el resto al almacén. Era el año 1967 y para entonces ya pensaba que esas estelas tenían un valor especial”. Veinte años después, durante otras obras realizadas en el almacén del atrio de la iglesia, en la pared apareció una piedra redondeada, que resultó una hilarria, pero debajo y al lado había otras 75, que formaban la base de la pared. Esas son las estelas que pueden contemplarse hoy en día en el jardín”.

conocerlas y cuidarlas Pello Apezetxea cree que “recordar a los que se fueron es una costumbre muy extendida en todo el mundo desde antaño, así como mantener alguna señal de ese recuerdo. Son parte de nuestra historia y de nuestra propia personalidad. Las estelas nos muestran algo de eso y por ello tienen su importancia”. También piensa que merece la pena cuidarlas y, el primer paso para ello es conocerlas, que es lo pretende este libro. “La gente de fuera, -comenta el párroco- sí que pregunta sobre las estelas, sobre todo los que vienen desde fuera de Euskal Herria, desde Cataluña, Madrid, Andalucía? Estas imágenes de piedra les resultan desconocidas. En cuanto a la gente del pueblo, todos sabemos lo que sucede con lo que tenemos en casa y conocemos desde siempre, que no lo valoramos como se merece. De todas formas, para valorar las cosas hay que tener información y no creo que tengamos suficiente sobre las estelas. Esa es la razón de ser principal de este libro”. En la actualidad, Euskal Herria acoge unas 5.000 estelas funerarias, de las que el 65% están en Iparralde (más de 3.000), unas 1.200 en Navarra y 500 en la CAV, sobre todo en museos. En Etxalar, sin embargo, se pueden ver un centenar en el jardín de la iglesia y en el cementerio. Según el investigador Vidal Pérez de Villarreal, Etxalar es la localidad que conserva un mayor numero de estelas en toda la comunidad.

Las más antiguas aparecen sin ninguna fecha y pueden ser de la Edad Media. En cuanto a las datadas, en Etxalar hay siete del siglo XVIII (una de 1728 y seis de 1729) y la gran mayoría son de entre los siglos XVII y XIX. En ese sentido, Pello Apezetxea comenta que “el estudioso de Ataun don Joxe Miel de Barandiaran señalaba que la costumbre de las estelas se acabó en el siglo XIX, pero en Etxalar hay muchas de esa época, algo que Pérez de Villarreal considera especial. Pero la mayoría de esas estelas estaban enterradas, y no tuvo oportunidad de conocerlas”.

Pello Apezetxea ya ha estudiado y ha puesto negro sobre blanco muchas curiosidades y elementos de la historia local, pero sigue con la mente trabajando a toda máquina en otros escritos. “Sí que tengo algo en la cabeza, pero cada vez es mas difícil y agotador para mí, a lo mejor podría hacerlo con la ayuda de alguien y como siempre, sería algo relacionado con la idiosincrasia de Etxalar”, afirma el autor.