Los sombreros que diseño muchas veces no están pensados para llevar, son lo que llamo streaptease emocionales, es una necesidad creativa que yo tenía, muchas veces son sombreros para personajes que no existen, no existen ni guiones en el cine para estos personajes como la abeja, la boca o el ojo… Son cosas curiosas, pero cuando las cosas se hacen con el corazón, llegan al corazón”. Son palabras de María Urroz Oyarzabal, una artista artesana que está trabajando desde hacer dos años en su taller de Narbarte, sobre todo sus creaciones en porcelana, pero sin olvidar su faceta de sombrerera.

Hace muchos meses, “antes del confinamiento” recibió un encargo muy especial, ya que fue seleccionada para participar en la exposición Le Chapeau comme œuvre d’art (El Sombrero como obra de arte) homenaje al célebre joyero Carl Fabergé en el 175º aniversario de su nacimiento. Es una exposición itinerante de sombreros de alta costura organizada por la Asociación Internacional de modistas sombrereras.

“Me sorprendió -comenta Urroz- que la organización continuara con el proyecto durante la pandemia, incluso con mas energía, ya que se han presentado mas sombreros de los que iba a haber en un principio. Me hace mucha ilusión estar ahí, entre los mejores sombrereros. Se han hecho trabajos muy interesantes y muy bonitos, que vienen de todo el mundo, de Australia, Rusia, Estados Unidos, Méjico, Italia, España… es muy bonita la muestra y me hace mucha ilusión”.

Tras meses de trabajo, “incontables horas” afirma, nació su sombrero The golden Bee (Abeja dorada), un sombrero muy especial, que había confeccionado anteriormente para su web (www.mariaoyarzabal. com), pero que adaptó para mandar primero a Rusia y luego a París, tras una formación en un grado superior de joyería, “porque me hacía especial ilusión poner una joya en el sombrero, ya que Fabergé fue un joyero, no un sombrerero”.

Por tanto, con la abeja como símbolo del trabajo minucioso del artesano, cuenta con ese broche creado por ella, realizado en plata de ley, con baño de oro de 24 quilates, esmaltes cloisonné hechos al fuego y citrino facetado. Es una abeja con cuerpo de mujer, que recuerda mucho al estilo modernista. Los ojos de la abeja en el sombrero están recubiertos de tul y debajo tienen lamé, que le da brillo y los octógonos de tul hacen que parezca un ojo de abeja de verdad, que está facetado en 80.000 ojos. Alrededor de estos ojos hay una pasamanería dorada que representa el velillo de las abejas. El sombrero representa, con fantasía, una cabeza de abeja vista con microscopio. Las antenas también están realizadas en raso rizado en torno a un alambre” comenta entusiasmada. “Lo demás es fantasía -añade-, las alas las incluí porque me hacía especial ilusión hacer un sombrero con alas, que viaje mucho mas que yo”.

María Urroz viajó a París, en cuya embajada rusa fue presentada esta muestra que, tras la capital, recorrerá distintas ciudades francesas como Cannes, por el vínculo de Carl Fabergé con esta ciudad, y después, otros países de Europa.

La muestra está organizada por Tatiana Ponnet, presidenta de la asociación Internacional Association of hat designers. La madrina del evento es Luisa Gagarina, esposa del embajador de la federación rusa en París. En el acto asistieron la comisaría de la federación rusa de la Unesco, y el director del museo Fabergé. “Ha sido toda una experiencia”, explica María Urroz, que regresaba tras la apertura de la exposición para seguir trabajando en su taller.

Sin embargo, en este momento está haciendo mas cerámica “porque me permite desarrollar mas mi creatividad y me da mas alas en el momento de crear que los sombreros, que estamos mas sujetos a modas y gustos, lo que se atreve o no se atreve la clienta, que a menudo suele ser poco. Se dejan guiar por las blogueras, que han contaminado mucho este mundo. No es fácil vivir del sombrero, es prácticamente imposible, a no ser que vivas en Londres. Ahora mismo estoy mas centrada en la cerámica”.Premios con joya

Por otra parte, María Urroz terminó hace unas semanas un trabajo para la entrega de premios del Conecta Fiction en Pamplona, un evento internacional en el que la creatividad, la financiación, la producción y la emisión de contenidos televisivos cobran protagonismo y que reúne a todos los actores clave (industria y talento creativo) involucrados en los contenidos de ficción de Europa y América.

María Urroz ha realizado para esa ocasión los premios que se entregaban este año, “dos rostros que se miran de frente es el anagrama de Conecta Fiction, sin duda un símbolo poderoso que tomo como punto de partida para esta pieza de cobre. La base, en gres tallado, es un guiño a nuestra tierra, recuerda en color y en forma a la piedra de Baztan, una eskin-harria de las que embellecen y sostienen nuestros caseríos”. También creó unos detalles para entregar a los participantes, sus ‘Patxikus’, unas piezas de porcelana y gres, a modo de taza con dos asas, como si fuera una cabeza con dos orejas y sobre ellas, una tapa que simula una txapela.