Era fácil de jugar, solo hacía falta una piedra y un palo. Y puntería, mucha puntería. Hace 80 ó 100 años el juego de la calva era todo un entretenimiento en la mayoría de pueblos de Navarra, pero, como pasó con las tabas o el hinque, y otros muchos inventos para pasar el rato, acabó por desaparecer. Hasta ahora. El concejo de Paternáin, con la sociedad Txinurri Elkartea, se ha propuesto recuperarlo, y este domingo pasado organizó un campeonato para todo el pueblo, en el que participó más de un centenar de vecinos y vecinas, chiquitos y grandes.

"En Paternáin recuerdan nuestros mayores que se jugaba a la salida de misa. Para ello cogían piedras en el camino de Ibero o en el río, con forma ovalada, como un pequeño pepino de unos 15 ó 20 centímetros de largo”

IÑIGO LEYUN - Concejo de Paternáin

El juego de la Calva es probablemente uno de los más populares que se conocen en la península, y, aunque data de hace cientos de años, hoy en día "solo se mantiene en Arizala, en tierra Estella". Según recuerda Iñigo Leyun, representante del concejo, “en Paternáin, recuerdan nuestros mayores que se jugaba a la salida de misa”. Para ello “cogían piedras en el camino de Ibero o en el río, con forma ovalada, como un pequeño pepino de unos 15 o 20 centímetros de largo (el marro o morrillo)”. Luego, se ponía una escuadra en el suelo (la calva) y se tiraban las piedras a ver quién acertaba a darle. Quien le daba al palo conseguía 8 puntos y quien más se acercaba, 4. Sin embargo, esa es una de las muchas variedades del juego de la Calva que se conocen, un entretenimiento “que ha llegado a convertirse en deporte reglado”. 

Antonio 'el pollero' lanza el marro en el campeonato de Paternáin como hacía de niño. IÑAKI PORTO

Antonio Oroz el pollero, vecino de Paternáin, de 83 años, participó este fin de semana en el campeonato. Y no podía ocultar su emoción, rememorando sus años mozos jugando a la Calva. Se acordaba como si fuera ayer de las reglas: “Es un juego de puntería, en el que cada uno tiene que buscarse una piedra (marro) con forma de pepino. Lanzarla desde catorce metros con la intención de darle a una escuadra de madera y derribarla. El juego se denomina calva dado que para jugar se buscaba un terreno “árido o pedregoso”, y “nosotros en Paternáin lo teníamos al lado de a iglesia”.

"Lo jugaban los mayores al salir de misa"

“Cuando yo era niño jugaban los mayores al salir de misa y se jugaban centavos. Te hablo de hace 80 años y era un juego con mucha tradición, no solo en Paternáin sino en muchos pueblos de Navarra, según me cuentan desde el concejo, que andan intentando recuperar la tradición”. Tan en serio se tomaban el juego de la Calva los mayores del lugar, que era habitual hacer apuestas: “En Paternáin había mucho nivel, tanto que llegó el punto que el palo se tuvo que hacer de hierro, ya que, continuamente, al ser de madera se partía”, explica. Era

"Me produce alegría y me recuerda a mi niñez, cuando no teníamos grandes cosas, pero pasábamos el tiempo y nos divertíamos con juegos como este"

ANTONIO OROZ, 'EL POLLERO' - Vecino de Paternáin

Además de a la Calva, Oroz añade que en Paternáin “era también costumbre jugar a eskupilota en el atrio de la iglesia. Eso sí, en Semana Santa durante toda la Cuaresma, el cura del pueblo, que era mi tío, nos prohibía jugar en el atrio al salir de misa y todo el pueblo nos juntábamos para jugar a la Calva”. Esos recuerdos le hacen emocionarse, y la idea de que se vaya a recuperar esta tradición, más: “Me produce alegría y me recuerda a mi niñez, cuando no teníamos grandes cosas pero pasábamos el tiempo y nos divertíamos con juegos como este”, por eso “para mí es muy emotivo ver al pueblo recuperando este juego”. 

Este domingo, Paternáin volvió al siglo pasado, a aquellos maravillosos años donde hacía falta muy poco para ser feliz. Vecinos y vecinas se congregaron para dar la bienvenida al verano, y además de la tradicional hoguera y un auzolan para limpiar el pueblo, a las 7 de la tarde se celebró el campeonato de la Calva junto al frontón del pueblo. Se juntaron casi 100 vecinos, entre mayores y txikis, para probar con este juego, que aún antiguo era novedoso a la vez para la mayoría.

En el campeonato de la Calva, que les gustaría que se copiara también en otros pueblos y concejos, no faltaron las risas y las bromas, aunque, como cualquier competición, hubo podio y trofeo para los y las mejores. Los más pequeños recibieron una medalla por participar y los campeones de las diferentes categorías, un trofeo. Fueron Javier Membrillo, Belén Olivares, June Osés y Enara Aguirre.

Antonio Oroz fue subcampeón, con Enrique Fernández. Un estupendísimo puesto para todo un experto de la Calva.