“¡Agua –y mucha suciedad- va!”, se exclamaba desde los balcones. Durante siglos, las aguas fecales de la actividad doméstica, agropecuaria e industrial se vertían a la calle y terminaban contaminando los ríos. En 1772, detalla la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona, Iruña fue una de las primeras ciudades de su entorno en acometer las obras de alcantarillado.

Fue la solución a los problemas de higiene y salubridad de una sociedad en la que el destino habitual de las aguas fecales era la vía pública”, explican desde la MCP. A través de un sistema de minetas, las aguas residuales llegaban al Arga, eso sí, sin ningún tipo de tratamiento. 

Este sistema funcionó durante 200 años porque el Arga, debido a la escasa población e industralización de Pamplona, digería la contaminación que le llegaba de las alcantarillas. “Se autodepuraba sin dificultad”, señala la Mancomunidad. A partir de 1960, las aguas fecales aumentaron considerablemente, las orillas del Arga se degradaron, la fauna y flora fluvial “desaparecieron en algunos tramos” y el río “sucio y maloliente dejó de ser lugar de paseo” de los ciudadanos.

Para evitar que el consumo de agua se convirtiera en agente contaminante de los ríos que pasan por Navarra, en 1983 la Mancomunidad puso en marcha el Plan Integral de Saneamiento Comarcal.

En la actualidad, una red de saneamiento formada por 1.678 kilómetros de colectores conduce las aguas residuales hasta Arazuri, donde se someten a un proceso de depuración. El agua se devuelve al Arga “en las mejores condiciones”, defienden. 

El proceso

Las aguas residuales de la Comarca llegan a Arazuri a través de la red de colectores que confluyen en un único colector que tiene una capacidad de transporte máxima de 7.500 litros por segundo.

En la primera fase, el agua residual se somete a un pretratamiento en el que los sólidos gruesos y finos –papeles o plásticos– se quedan retenidos en unas rejas y una cinta transportadora los deposita en contenedores. Las grasas, aceites y arenas se separan mediante un sistema de inyección de aire.

Tras el pretratamiento, las aguas residuales pasan a las instalaciones de la decantación primaria. Allí pierden velocidad, las partículas en suspensión se depositan en el fondo y forman un sedimento que se retira con unas rasquetas de barrido. El fango se vierte sobre un pocete central. 

El agua semidepurada accede a las balsas de aireación, donde se agita para oxigenarla. Además, diversos microorganismos aerobios presentes en el agua se alimentan de materia orgánica y el nitrógeno disuelto, mediante reacciones de nitrificación y desnitrificación, se libera en forma gaseosa en el área anóxica –sin oxígeno– de la balsa. 

El agua vuelve a pasar por unos decantadores porque en el proceso de aireación los microorganismos crecen y se agrupan formando unos grumos –flóculos– que se sedimentan en el fondo.

Cada decantador cuenta con un puente diametral que gira despacio y del que cuelgan unos tubos que succionan los flóculos. El agua, por fin limpia, se devuelve al Arga.