berriozar - Casa Iracheta y Gloria (junto al dibujo de una espiga), dos letreros blancos sobre un fondo de madera que todo Berriozar conoce. Dos comercios que este año han cumplido medio siglo de vida. Lo que comenzó siendo una pequeña tienda de alimentación, ahora es un supermercado (Covirán) con carnicería y frutería incluidas. Después se puso en marcha una panadería-pastelería con cafetería y su propio obrador. Ambos locales forman parte de un negocio familiar por el que ya han pasado tres generaciones. María Gloria Iracheta, más conocida como Maruja, pertenece a la segunda. Es hija de Cirilo Iracheta, quien llegó en 1969 desde Berbinzana a Berriozar, por aquel entonces un barrio nuevo sin apenas tiendas, y decidió probar suerte. Le sigue su hijo Jorge, que ahora es el responsable. Acompañada siempre por su marido, Agustín de Esteban, ha vivido toda la transformación que han sufrido estos dos comercios a lo largo de los años. Ahora ambos están jubilados, pero siempre que pueden van a ayudar.

Lo que sigue igual es la clientela. “Es la misma”, e incluso “ahora se suman los hijos y los nietos” de los ya habituales. Los que van a la tienda se sienten como en casa. “Si un día no tienen dinero les dejas que compren”, reconocen. Ese estupendo trato a la gente es, en buena parte, lo que les ha llevado a poder estar medio siglo al frente de Casa Iracheta y Panadería Gloria.

A lo grande El domingo pasado la calle Nuestra Señora de Aránzazu de Berriozar se llenó de gente de todos los sitios. “Sabían que era el 50º aniversario de los comercios y vinieron a celebrarlo y a felicitarnos”, recuerda Agustín. La Comparsa de Gigantes de Berriozar y una batukada animaron a todos los que se acercaron. “Se puso de todo para picar: chistorra, jamón, queso...”, cuenta Maruja. “Y toda la bebida que querían”. Maruja y Agustín hacen un balance “100% positivo” de todos estos años. Aseguran que han estado “muy a gusto trabajando y la gente ha respondido al personal muy bien”. Para Agustín “es una satisfacción” llevar tantos años en el comercio local. “A ver si seguimos otros 50”, concluye Maruja sonriente.