anto tiempo metidos en casa que teníamos ganas de respirar aire puro y de naturaleza. Es como si la valorásemos de otra manera", reconocían ayer Javier, Valentina y Basile, tres amigos que desde las diez de la mañana aguardaban junto a uno de los merenderos de piedra, aprovechando una buena sombra. Javier se encargó del almuerzo con una panceta bien churruscada. "Ya pronto estaremos en fase 3, como las islas. De momento, hay que buscar rincones y en Navarra tenemos lugares fantásticos", señalaban. También la docena de amigos de Mikel Amenabar se colocaron ayer estratégicamente tras lograr aparcar furgonetas, coches y bicicletas. El día prometía para hacer deporte y compartir buenos momentos, comer en bocata o túper y guardando las distancias pero sin necesidad de mascarillas y geles.

También la cuadrilla de Dani Etxabarri también llegó temprano desde Pamplona y Tafalla para preparar una buena barbacoa entre amigos. "Cerca de Pamplona es imposible preparar un almuerzo y poder bañarnos así que nos hemos animado aunque no esperábamos que viniera tanta gente", remarcaban en su primera gran salida de esta temporada. En uno de los merenderos cercanos al río iban a preparar panceta, txistorra y hamburguesas (alguna vegetariana), viandas que había que bajar después con un buen paseo. "Nos dijeron ayer que había mucha gente pero no pensábamos que iba a ser como un 6 de julio, casi no podemos buscar un hueco para aparcar", señalaban. La familia de Jesús se animó también a hacer fuego con sarmientos de madera autóctonos del bosque y que cortó a golpe de hacha para preparar después unas costillas de cerdo en la que era su primera escapada con hijos y sus respectivas parejas. "Teníamos necesidad de juntarnos, casi no nos lo creemos", remarcaba.

Antes de llegar al aterpe entre hayedos y robledales una ristra de globos de colores atada entre ramas daba la pista de un cumpleaños. "En realidad llevamos varios cumpleaños atrasados, sin poder celebrar con motivo del confinamiento, todos los de marzo y abril. Ya era hora!", destacaban desde una de las familias que, desde Burlada y Sarriguren, aterrizó a las nueve menos cuarto para no jugársela con las sombras. Los pequeños Irati, Itoiz y Amets Martínez de San Vicente no se lo creían de contentos. Este año ha sido difícil juntarse para soplar las velas. Itoiz estaba feliz con la escapada y repetía sus quince apellidos bien memorizados mientras esperaba un suculento almuerzo.

A media mañana Patxi Murillo y sus dos hijos Asier y Aimar se ganaron un refresco en el aterpe después de tres horas de circuito de bicis hasta el Lindus. Vecinos de Pamplona, "teníamos muchas ganas de salir, ya nos habíamos aburrido del monte San Cristóbal", subrayaba el padre.

"El sábado hubo todavía más gente que hoy, quizá porque el tiempo iba a cambiar", reconocían desde el aterpe de Sorogain. Autocaravanas, bicicletas y coches se agolpaban entre vacas por el recorrido que va desde Sorabil hasta la campa del albergue, en un paisaje verde tono Alduide. "Va a ser un verano diferente. Poder bañarse, pasear en libertad o estar juntos parecía algo imposible hace apenas unos meses y las excursiones saben de otra manera". También el Adi, el Tiratún, el Egurtza y el Oiharzabal esperan desafiantes.

"Teníamos dos meses de cumpleaños sin poder celebrar por el confinamiento"

Excursionista