Rodeada de árboles, en plena naturaleza y en un entorno privilegiado a escasos metros de la carretera y el ruido, la chopera de Berriozar es sin duda uno de sus enclaves más emblemáticos. Porque son muchos vecinos y vecinas -también visitantes- quienes se acercan a disfrutar de este pequeño remanso de paz y cada vez son más los que piden que se mantenga sano. Que se adecenten sus fuentes, el puente y los merenderos con los que cuenta, cerca también de un pequeño embalse que sirve para completar la estampa.

Y es que ha sido sin duda uno de los refugios preferidos durante esta pandemia para los jóvenes y también para familias que, una vez abiertas las mugas, han aprovechado para pasar el día en el verde, pero ha ido poco a poco desluciendo. “Se ha llenado de suciedad por culpa de la irresponsabilidad de la gente y hacía falta actuar para solucionarlo, porque es un sitio que tenemos que cuidar, es de todos”, explica Nora Sobejano, monitora del Gaztegune de Berriozar. Los jóvenes que integran Berrigazte (1º y 2º ESO) y Bizigazte (3º y 4º de la ESO) y realizan el curso de premonitor de Tiempo Libre en estas instalaciones decidieron poner en marcha un proyecto que les implica a ellos mismos y con el que quieren implicar, también, a los vecinos y vecinas de Berriozar. No ha sido el único, porque vienen realizando diferentes iniciativas relacionadas con la ecología, el entorno y el compromiso con el medio ambiente.

Para ésta en concreto llevaron a cabo primero una dinámica en sus talleres en la que decidieron qué querían hacer, “en la que se dedicaron a soñar el proyecto”, explican los educadores Iñigo Subiza y Xabi Gallo. El resultado fue una tormenta de ideas en la que plasmaron varias posibilidades, como poner papeleras selectivas, un gimnasio urbano, nuevos merenderos, porterías, canastas, tirolinas e incluso un refugio para gatos. Decidieron limpiarla y adecentarla en una primera fase que comenzó hace unos días con una veintena de jóvenes que, con herramientas de trabajo y muchas ganas de colaborar, se repartieron por parejas para llevar a cabo una ‘batida’ y dejar el espacio como los chorros del oro.

En diferentes fases

“Nos pusimos en contacto con el Ayuntamiento para ir todos a una, les pareció una buena idea y estamos coordinados para hacer ese trabajo. Jardines y Limpieza nos presta los materiales y nos da soporte para llevar a cabo la iniciativa”, indica Subiza, que asume que este auzolan colaborativo se realizará en diferentes fases, ya que posteriormente trabajarán en la mejora de las infraestructuras “y veremos de todas esas ideas cuáles se pueden llevar a cabo. Entre ellas, queremos recuperar las fuentes, limpiar el lago, establecer algún espacio de juego, adecuar las barbacoas y, sobre todo, realizar una campaña de sensibilización para que toda la gente que lo utilice lo haga con respeto y responsabilidad. Que sean ellas, las personas jóvenes, las que tomen esa iniciativa. Nosotros simplemente la encauzamos”, valora el educador.

Es importante, recuerda, “que los jóvenes formen parte de eso, porque al ser ellos mismos los protagonistas de esa dinámica, de esa acción, se comprometen, cuidan el entorno. Y se cuidan de que otros lo cuiden. Asumen esa responsabilidad”.

Ellos y ellas lo tienen bastante claro, y aunque se trata de un trabajo que lleva su tiempo, quizás poco agradecido, recoger todos los residuos que se generan en la chopera también les hace reflexionar, además de fomentar las acciones positivas para el medio ambiente. “Es un espacio muy accesible y es una pena verlo con suciedad”, lamenta Sobejano. Junto a ella, Sergio Sire se afana en amontonar la basura pertrechado con una sopladora. “Es una buena iniciativa, este es un sitio increíble para desconectar, está a diez minutos del centro y sirve para desconectar. Ver su mal uso da mucha pena”, valora. También sus compañeros David Gutiérrez y Sundus Rhziyel reclaman más “civismo y responsabilidad” por parte de la gente que se acerca a ese rincón, “que es de todos y todos lo tenemos que disfrutar, sin dejarlo sucio y hacer que se pierda”.