Las previsiones del invierno dan alertas por frío como si este agente fuera ya en sí un peligro para la población. Se refuerzan los quitanieves y todos los servicios de alerta contra las inclemencias que puedan causar cualquier daño general. Digamos que la protección pública funciona y, además, da cobertura a los ciudadanos sin discriminación. No ocurre lo mismo dentro de las casas donde la pobreza energética es muchas veces indetectable y la pueden estar padeciendo varios de nuestros vecinos sin que seamos siquiera conscientes. En pleno invierno, las olas de frío nos recuerdan que somos vulnerables y que nos podría pasar lo mismo a nada que nos vayan mal las cosas. La solidaridad es uno de los valores más valiosos que ha formado el ser humano. En tiempos en los que hay varias formaciones políticas que están explorando el tema de la discriminación como su principal arma electoral, hay que ser más prudentes y vehementes que nunca. Una sociedad democrática tiene que garantizar la protección de los más desfavorecidos. Algunos atizan los viejos rescoldos de las penurias pasadas para hacer de nuevo que su fuego electoral arrase el principio de la solidaridad. No hay que entrar al trapo. Todo esto forma parte de una estrategia que tiene como finalidad la de intentar aniquilar algunas normas como por ejemplo las que protegen la convivencia pacífica entre diferentes o las que defienden mínimamente a las mujeres frente a la supremacía machista que algunos intentan ignorar por que creen que esto les va a dar el voto de algunos cretinos machistas o la estrategia de los que apuntan a la inmigración como el mayor de los males. No hay que entrar al trapo. En fin, si gritan; es que la sociedad avanza. Que les den.