Se cruzaron al tomar asiento alguna que otra porra del número de trofeos que sumaría la reseña al final de la función. Se aceptó un doble a nada de entre 8 a 10. Perdió el optimista, pero bien hubiera ganado si Ginés Marín mejora tres o cuatro dedos su estocada caída al tercer toro, lo que le hubiera valido sumar otra oreja a la conseguida; o si el último toro, Candilazo, no se hubiera terminado antes, obligando al jerezano a pegarse un arrimón.

El público de Tudela estaba muy a favor de Ginés Marín y no hubiera extrañado en absoluto, como ya ocurriera hace ahora justo un año, que le hubieran concedido el rabo de ese cierraplaza. Además, aunque sería ya pedir la luna, dos toros, los dos castaños del envío de Lagunajanda lidiados en cuarto y quinto lugar, no compartieron los argumentos de noble colaboración que mostraron sus cuatro negros hermanos. Fueron toros de escaso fuelle, el quinto, incluso, mermado de salida en su mano derecha.

Salida a hombros de los tres diestros. MANUEL SAGÜÉS

El Fandi, en plan enfermero, se justificó bien y fue obligado a saludar una ovación. Alegre, variado y comprometido, acelerado a su estilo, pero con buen ritmo para el público, cuajó en los tres tercios al primero, Violeta, recetó un espadazo arriba y ganó dos merecidas orejas. Con el otro castaño, el 5º, Perera lo intentó pero aburrió un tanto y quedó la duda de que podía haber hecho más. Si completó una notable manufactura al segundo, Mareado, toro que más gustó por venirse arriba cuando se le creía acabado. Buen toro.

Ginés tuvo el mejor lote. Cuajó la mejor faena de la tarde al 3º, otro boyante negrico de nombre Sigiloso.