Quien conoce el encierro del Estrecho sabe que es una cita obligada para los amantes de las citas taurinas de la Ribera, diferentes a cualquier otro. Quien no lo conoce, está obligado a hacerlo y acercarse a las fiestas de Arguedas. Las vaquillas bajan por la cuesta y entran en un juego de citas, recortes y llamadas que, en ocasiones, les llevan a trepar (literalmente) por uno de los montes de la localidad. Hasta tal punto son importantes en Arguedas, que acaparan más del 40% del presupuesto, ya que de los 241.000 euros que se dedican a las fiestas, 97.000 se destinan al encierro y a festejos taurinos. Más de 11 citas hay con el Estrecho en los 9 días de fiestas, de hecho hay tres que se celebra a las 8.00 y a las 18.00 horas.

En 2018, tras varios años batallando, el Gobierno foral negó al Ayuntamiento de Arguedas el reconocimiento del título de Fiesta de Interés Turístico de Navarra porque “el evento no tiene elementos esenciales que contengan aspectos peculiares que lo singularicen respecto de otros actos similares que se realizan en algunas localidades navarras”. Además se añadía que “participa de características similares al encierro de Falces, ya catalogado como Fiesta de Interés Turístico, por lo que no puede considerarse como único”. Sin embargo, el nuevo primer edil, José Luis Sanz está convencido de su autenticidad y ha anunciado que retomará la lucha por lograr ese título.

Su historia se remonta a principios del siglo XX, cuando se traían unas 50 vacas por el monte cercano a la Virgen del Yugo, para utilizarlas en los 3 0 4 días de fiestas, que entonces se celebraban en septiembre. El transporte se hacía de madrugada para no molestar a los vecinos y, poco a poco, se fue convirtiendo en un encierro ya que la gente comenzó a participar poniendo carros para ver el trayecto.

Con la llegada del transporte, los camiones no podían subir toda la cuesta de El Estrecho y se quedaban en la zona baja. El descenso de los animales hasta esa zona empezó a llamarse Encierro de la Concha y la tradición se mantuvo hasta los años 50 cuando se perdió. Finalmente, el acto se recuperó en la década de los años 80 y desde entonces sigue creciendo edición tras edición.