Día grande de las fiestas, Leitza vibró este viernes con sus dantzaris, que al mediodía bailaron la Ezpatadantza frente a la Corporación en una plaza a rebosar. Lo cierto es que desde las diez de la mañana ya había personas que cogieron los mejores sitios, en primera fila y a la sombra. Dos horas después no había un hueco libre, muchos bajo un sol de justicia. Pero no importaba y durante algo más de 20 minutos no se movió un alma ni tampoco se oyó una voz si no era para dar ánimo a los dantzaris además de muchos aplausos. Se trata de un acto siempre igual pero diferente, una tradición que se reinventa año a año. Lo que no cambia es el sentimiento de los y las leitzarras.

La Ezpatadantza es un ejercicio de fondo y mucha coordinación entre los y las dantzaris.

Bailaron ocho dantzaris: Alaitz Oiartzun, Miel Olano, Andoni Amadoz, María Sagastibeltza, Garazi Erbti, Ander Alduntzin, Asier Barriola y Eider Apezetxea. Esta última se estrenó en la plaza. Este espectáculo, sin género desde 2015, comienzó con el baile de la bandera para continuar con Zortziko, Lekun, Zortzinango, Banango, Binango y Launango. Tal como indican sus nombres, bailaron los ocho, de uno en uno, de dos en dos y de cuatro en cuatro. Continuaron con otras tres danzas con juegos de palos y espadas: Makildantza y Ezpadantza, para finalizar con Txarrakua, cuando los dantzaris alzaron a Alaitz Oiartzun mientras empuñaban sus espadas.

Foto de familia de dantzaris, txistularis y la Corporación.

Se trata de una coreografía en la que se alternan nueve danzas que exigen un gran esfuerzo físico a los dantzaris y también mucha concentración, un festival en el que hay mucho trabajo detrás. Lo cierto es que, una vez finalizado, numerosas personas quisieron felicitar a los y las dantzaris por el gran trabajo que han realizado para que saliera perfecta. “Durante todo el año ensayamos todas las semanas, los viernes, y en verano dos veces. Las dos últimas semanas todos los días”, apuntó Miel Olano, responsable de Aurrera Dantza Taldea desde hace cuatro años, cuando cogió el testigo a Joseba Sagastibeltza y Onintza Bengoetxea. Para los ensayos cuenta con la ayuda de Nahia Barriola, Nahia Escudero y Asier Barriola. En la actualidad son 61 dantzaris txikis y 26 adultos. “Para motivarles, hasta una semana antes no se decide quienes bailarán en la plaza”, observó Olano, al tiempo que apuntaba que para la Ezpatadantza hace falta fondo, esfuerzo y coordinación.

Los y las ediles de Leitza disfrutaron de esta danza en primera línea.

Del origen de esta danza no hay certeza, aunque hay expertos que dicen que se trata de un baile que homenajea a los guerreros que morían en luchas. A Leitza llegó de la mano del pamplonés Patxi Ripa. Se trata de una variante de Dantzari de la zona de Durango, que se ha mantenido en localidades como Abadiño, Berriz o Mañaria. Aunque no es oriunda de Leitza, los leitzarras han hecho suya esta danza, aportándole su impronta.

Eider Apezetxea, que se estrenó este viernes, con su abuela y su madre.

De poner la música se encargaron Pilartxo Sagastibeltza, José Luis Uharte, Juan Miguel Saizar, Leire Retegi, Jon Olaetxea, Jokin Barriola y Ekhi Mateorena con el txistu además de José Mari Etxeberria, de atabalero.

La Ezpatadantza comenzó con el baile a la bandera.

La Ezpatadantza se comenzó a bailar en Leitza en 1932, con motivo de la inauguración del batzoki y desde entonces solo ha fallado en los años de la guerra y la pandemia. En estas nueve décadas largas ha cambiado su ubicación en la plaza. Al principio se bailaba de espaldas al frontis. Posteriormente, a mediados del siglo pasado, se comenzó a bailar de cara a la casa de los Baleztena, con el Ayuntamiento detrás, hasta que a finales de los 80, dantzaris y txistularis decidieron dar la vuelta. Lo cierto es que la Corporación tiene un especial protagonismo este día, que entra en la plaza entre las espadas en alto de los dantzaris hasta sus asientos en primera línea, 11 en total, tantos como concejales. Se ocuparon 9, todos los de EH Bildu, mientras que los de UPN quedaron vacíos. Además, los dantzaris entregan al acalde la ikurriña, cometido en el que este viernes se estrenó David Anaut.

Finalizó con Txarrakua, cuando alzaron una dantzari y sus espadas.