Con la llegada del último día de fiestas de Tudela, dos son los sentimientos más comunes que suelen aflorar en aquellos que las viven con mucha intensidad; uno de alivio por poder darle un respiro a su cuerpo, también al hígado, y otro de nostalgia por todos los momentos que dejados atrás. “Menos mal que ya se acaban”, comentaba una madre en la plaza de los fueros, a lo que otra replicaba “pues no, tendrían que durar un par de días más como en Pamplona”. Dos formas de entender la vida y las fiestas, supongo.
Los que sí que sufrieron una difícil despedida fueron los más pequeños, que a su corta edad todavía cuentan con la fortaleza física y mental suficiente para aguantar dos o tres Santa Anas consecutivas, que dijeron hasta el año que viene a los gigantes y cabezudos y demás comparsa.
Las figuras de Sancho VII El Fuerte, Sancha, Catalina de Foix, Juan de Labrit, Oneka de Velázquez e Íñigo Arista fueron despidiéndose sin prisa y con mucha paciencia de los cientos de niñas y niños que llenaban la plaza de los Fueros de la capital ribera. Se trata de uno de los actos más entrañables y emocionantes de las fiestas, el que inicia el final de las fiestas y donde a los txikis se les permite bailar bajo ellos, dejarles un chupete colgado en sus manos o darles un beso en la mejilla. Los jóvenes más revoltosos e inquietos, que pasan de los gigantes y prefieren centrarse en vacilar a los cabezudos para posteriormente correr delante de ellos, también se les hizo complicada la mañana por el calor.
MENOR AFLUENCIA
Cerca de 40 grados se alcanzaron en Tudela durante la jornada, lo que hizo mella en la afluencia de público, algo menor a lo que se está acostumbrado. Sin embargo, las familias que acudieron presentaron las mismas ganas de vivir su momento con las comparsas de gigantes y cabezudos tudelanas. Éstos, tras unos primeros momentos decidiendo cuáles eran sus figuras favoritas, se dispusieron en fila esperando su turno para tener ese momento personal con el gigante. Muchos de ellos cuentan con sus réplicas en miniaturas y aspiran en un futuro no muy lejano a ser uno de los que bailan los valses al ritmo de las gaitas. “Yo de mayor quiero llevar los gigantes”, aseguraba un niño mientras veía embobado el espectáculo.
El otro gran protagonista de la mañana fue el teléfono móvil que padres y madres utilizaban con mucho orgullo para inmortalizar la felicidad de sus hijos con los gigantes. Será difícil encontrar un evento en el que prácticamente todo lo que sucede quede tan filmado como esta despedida. La plaza se convirtió en una pelea de paparazzis como si de una alfombra roja se tratase con frases que se escuchaban como, “ponte aquí”, “mira a la cámara”, “me toca a mí”. Todo valía para tener un recuerdo de un día muy especial.
CHUCHERÍAS
En un momento dado, los cabezudos intentaron robar algo de protagonista a sus grandes amigos con el lanzamiento de chucherías desde la primera planta del Ayuntamiento. Los niños, en ese instante, dejaron de lado por unos segundos a sus queridos gigantes y se lanzaron a por una de estas bolsas. La concordia que se vivía se vio alterada por unos instantes, aunque, por suerte, estos niños olvidan pronto las disputas y pronto comenzaron a intercambiar gominolas y sabores. “No me gusta esta bolsa, te la cambio por el chupa chups”, decía uno de ellos a su amigo para acabar cada uno degustando su golosina favorita.
Para poner el punto y final a Santa Ana, los danzantes inclinaron a los gigantes y los niños comenzaron a acercarse a darles besos. Ayudados por sus padres o empinándose un poco, fueron despidiéndose definitivamente para no verlos más por un tiempo. Que difícil son las despedidas.
FIESTAS
La comparsa de gigantes de Tudela ha participado durante todas las mañanas de fiestas en diferentes pasacalles por distintos enclaves tudelanos. El acto principal tuvo lugar el pasado domingo con la tradicional gigantada, que reunió a 25 comparsas llegadas de todos los puntos de la geografía navarra con cerca de un centenar de figuras. Un evento organizado por la Orden del Volatín que siempre es un éxito de participación.