La encerrona propuesta por los Hermoso de Mendoza y la empresa Macua Corera para Guillermo resultó un éxito. Primero, y lo más importante, la asistencia de público: plaza aparentemente llena y personal que gozó con un espectáculo total. En la reseña de lo taurino propiamente dicho, seis orejas y un rabo para Guillermo; y eso que la presidencia se mostró muy contenida respecto a otros años en la tradicional cita de toreo a caballo.
Claudicó la señora del palco concediendo el rabo del sexto, mas quedó la idea de que empezó poniendo alto el listón de trofeos. El primero, cuajado y sobresaliente toro portugués de Joao Tenorio permitió al rejoneador cuajar una faena perfecta en todos los tercios montando a Navegante, Berlín y Esencial. Rejonazo y verduguillo al primer intento. Faena de dos orejas en cualquier plaza. El palco y la parroquia, sin entrar del todo en materia, estuvieron fríos, como suele pasar siempre en el abreplaza. Un toro, Raposo de nombre, que fue premiado con justicia con la póstuma vuelta al ruedo. Fuel el mejor en presentación, fuerza, clase y fondo. Eso es mandar bien un toro para una corrida que era un reto en solitario, pero también considerable como concurso de ganaderías, aunque la mayoría de ellas fueran del la misma estirpe Murube.
Los toros
Ganaderías. 6 toros de distintos hierros. 1º, Joao Tenorio; 2º, Hermoso de Mendoza; 3º, Benítez Cubero; 4º, Rosa Rodrigues; 5º, El Capea; y 6º, San Pelayo. Extraordinario el primero de Tenorio, premiado con vuelta al ruedo; buenos, segundo, tercero y sexto. Manejables cuarto y quinto.
El rejoneador
Guillermo Hermoso de Mendoza. En el 1º, oreja. En el 2º, oreja. En el 3º, dos orejas. En el 4º, silencio. En el 5º, silencio tras aviso. Y en el 6º, dos orejas y rabo.
Las gradas
Presidencia. Con criterio a cargo de Marta Ruiz de Alda; Javier Olleta y Jesús Miguel Blanco. ...
Incidencias. Lleno aparante. Veraniego. Muy buen ambiente. Música con un tenor y mariachis.
También destacaron los toros del hierro familiar de Hermoso de Mendoza y el tercero, de Benítez Cubero, un berrendo aparejado en negro que mostró lustrosa piel y apretadas carnes. Tuvo mucha importancia. Ante este, Librero, Guillermo creó la otra gran faena de la tarde montando a Alquimista, un poderoso y expresivo Montero y, para matar, a Generoso. Rejonazo y, ahora si, dos merecidas orejas. A partir de la mitad, empezaron a aderezar la corrida distintas actuaciones musicales de artistas que afanaron el palco cubierto al Club Taurino Estellés. Fueron de categoría las actuaciones que acompañaron las faenas. Toreador de la ópera Carmen interpretado por el tenor de Bayona, Frédéric Cornille, y un nutrido grupo de mariachis compuesto por músicos locales y otros venidos de México. Y, ¡no va más!, se regalaron una cuantas cajas de tequila y cientos de vasos que corrieron como la pólvora por los tendidos. Corrida de toros elevada a experiencia total.
Por sacar un defecto, la Banda de Música Municipal perdió algo de protagonismo y se obvió el tradicional y bailongo pasodoble Hermoso de Mendoza, habitual desde hace décadas en el sexto toro. El acabóse estuvo a punto de llegar cuando Guillermo, pie a tierra y ante el quinto, banderilleó, con más acierto en un segundo par, y tomó la muleta para lidiar de forma ordinaria. El toro de Rosa Rodrigues había quedado muy parado y Guillermo, al que se le vio con buenas dotes y facilidad a pie, sólo pudo, con insistencia, robar algún natural al ratentí y un par de animosos molinetes.
Para la suerte suprema montó a Quemarropa. Largas secuencias que tuvieron un recado del palco. La traca final explotó con un buen toro de San Pelayo, Montecillo, y el poder y torería de Jíbaro, Berlín y Esencial. Rabo. En collera, Guillermo compartió farpas con Paco Velasques y Pablo Donat.