Fuego es lo que ha tenido que soportar la población durante esta semana pasada debido a la ola de calor. Un calor que ayer fue menor con una temperatura de 22 grados, pero que aún así se agradecía el frescor del interior de la Cueva de Zugarramurdi. Y fuego, es lo que se ha encendido a las 10.30 de la mañana para asar los 800 kilos de carne necesaria para dar de comer a los y las 800 comensales, a kilo por cabeza, que han acudido al rey de los zikiros, al zikiro de Zugarramurdi. A primera hora llovía en la localidad y se tuvo que colocar andamios y chapas para proteger la carne en el comedor de “fuera”

La localidad que ha celebrado su último día de fiestas, aunque en el día de les toca trabajar, se ha volcado una vez más para que todo saliera a la perfección. Alrededor de 60 zugarramurditarras se han encargado de que los asistentes quedaran satisfechos y saciados. Los que han tenido que trabajar tendrán que esperar al próximo domingo 31 de agosto para celebrar un zikiro para “los de casa” en la refête. Las entradas para acudir al evento se pusieron a la venta el pasado 9 de agosto, al precio de 40 euros y se agotaron en menos de una hora.

800 comensales

Los y las afortunadas que consiguieron entrada, siguieron la rutina habitual que se repite año tras año. En el acceso a la cueva se les hace entrega de un plato, cuchara, vaso, pan y un puro, que en tiempos cuando iba poca gente no se cogía entrada y se cobraba en el momento y la señal de pago era el puro. Una de las características de esta comida es que cada comensal tiene que llevar su navaja, tenedor y servilleta. Tras bajar las escaleras y acceder al gran comedor se le proporciona un buen plato de piperrada y la bebida fresca, que se coloca a primera hora de la mañana en la regata que cruza la cueva para que se enfríe. Y ahora ya si, cada uno y una tiene que buscar su sitio para comer (no se colocan mesas). Tras el primer plato, llega la hora de la carne. No hay que avisar a la gente, porque los sonidos de las hachas cortando los pedazos de zikiro se escuchan por toda la cueva.

Tras ponerse la botas del producto estrella que muchos repiten, llega la hora de la salda, que como es costumbre en Zugarramurdi, se toma después de la carne. Aún falta el postre, queso de “kilómetro cero” de Etxelekua, café (cien litros se prepararon) y copas.

Preparativos

Se asa la carne, pero el trabajo para preparar el menú comenzó el día ayer, el domingo, donde unas 15 personas se juntaron en Akelarrenea para picar los pimientos, cebollas, ajo y carne para preparar la piperrada. El mismo día se inserta la carne en los ganchos que luego se colocan junto al fuego. En la mañana de este lunes, cuatro eran las personas, “el comando Juan Valdez”, que se han encargado de preparar 100 litros de café y se colocaron cientos de botellas de vino y sidra en la regata para que se enfriaran, para posteriormente, los jóvenes chavales, Ioritz Zubiaurre, Ibai Ariztegi y Ekaitz Errandonea, metidos en el agua, fueron los encargados de servir al personal.

Desde Madrid

El madrileño Gonzalo Arenas Martínez, es uno de los fijos que desde hace 12 años acude a la comida. Este año, junto a unos amigos de Ávila, disfrutaban del día y manifestaba que “esto es maravilloso, la gente, el lugar, la experiencia. Mi mujer y yo llevamos viniendo doce años y el año que viene si Dios quiere y no pasa nada raro, repetiremos, sería el 12+1 no pasa nada”. Junto a él se encontraba Esther Rodríguez Fernández, madrileña también y comentaba que “no hay nada igual, no he visto ni he asistido a un evento como este en mi vida, me parece algo inédito, algo irrepetible, no tengo palabras”, aunque se lo había contado afirmaba que “no tiene nada que ver, ayer vimos la cueva vacía para ver el contraste y me encantó, pero llena me gusta más, es un ambiente de buen rollo, todo el mundo es bienvenido, me parece una cosa irrepetible”, en cuanto al menú que probaba por primera vez manifestaba que “de la piperrada hubiera repetido treinta platos, pero me han dicho que no comiera tanto para luego comer el cordero, el cordero sin palabras, lo diferente de este cordero es que no tiene el sabor a cordero castellano, es mucho más ligero, exquisito” y prometía repetir el año que viene junto a otros amigos.

Con la música durante toda la comida a cargo de las txarangas Joselontxos de Donostia y Kuxkuxtu de Iparralde y los Gaiteros de Baigorri se puso fin otro año más al rey de los zikiros en Zugarramurdi.