pamplona - “Navarros de pura cepa” y “de Pamplona de toda la vida”. Así son los gitanos del Casco Antiguo, quienes llegaron pocos años después de la firma del Privilegio de la Unión para quedarse. San Cernin y Navarrería han sido los Burgos que, históricamente, han acogido a las familias calés, siendo las calles de la Merced, Mañueta y Jarauta sus hogares. En esta última viven los Muñoz desde los últimos años del siglo XVIII: “Los gitanos llegamos a Pamplona en 1435, pero hasta la segunda mitad del siglo XX estábamos muy distribuidos por otros pueblos de Navarra (Puente la Reina, Estella...). Fue en la segunda mitad del siglo XX cuando más familias hubo aquí”, explica José María Muñoz, patriarca. Así, en las décadas de los 80 y los 90, “entre treinta y cuarenta” familias vivían en Jarauta, calle gitana “por excelencia”. “Llegamos a ser alrededor de 400 personas. Ahora quedamos solo cinco o seis familias porque los jóvenes se van a vivir a otros barrios de la ciudad”.

José María tiene 75 años y presume de sus 77 nietos y bisnietos. Espera ser tatarabuelo “no muy tarde” y, “orgulloso”, el viernes reunió a las cuatro generaciones Muñoz para celebrar el cumpleaños de su hijo Txema. Se define como un “hombre de paz” y de “hacer bien”. De hecho, en Pamplona es conocido por ello: “Donde hay un conflicto, ahí está mi padre. Ha sido el mediador en muchos de los problemas que han surgido no solo en nuestra calle”, sentencia Txema.

José María ha dedicado su vida a la promoción y la construcción. Como “familia de trabajadores”, asegura que los Muñoz consiguieron ser “uno más” en Pamplona: “En la posguerra pasamos mucha hambre. Luego, trabajamos siempre de cara al público y conseguimos meternos en la sociedad como Dios Manda. Ellos, a lo largo de su historia, “apenas” se han topado con el racismo: “En todos los sitios hay buenos, malos y peores. Hemos encontrado de todo, pero quienes se han metido con nosotros siempre han sido los que no nos conocen”.

Tanto él, como su hijo Txema y su nieto Ricardo, de 25 años, luchan contra los estereotipos y defienden que “el gitano evoluciona al mismo tiempo que la sociedad. Los gitanos de hoy en día tenemos Twitter e Instagram. Nuestras familias se han modernizado”, dice Ricardo. “No somos lo que se ve en la televisión, donde muchas veces solo emiten lo malo. No celebramos bodas de tres días y no somos machistas. Nuestras mujeres estudian, trabajan y mandan tanto como nosotros”, añaden José María y Txema.

El respeto a los mayores, la virginidad antes del matrimonio y el amor por los seres queridos son los tres pilares que unen la cultura gitana. “Una cosa es la cultura, y otra las costumbres. La primera es igual para todos; pero la segunda cambia según el lugar del que provengas”, esclarece Juan Antonio Navas, yerno de Txema, que vino de Benidorm hace 4 años.

su historia En el mes de la cultura gitana, Txema recuerda con cariño su infancia. En especial, los partidos de pelota en el frontón Jito Alai; y a Javier Echeverría, el Chunchunero, gitano célebre que con más de 90 años venía para hacer bailar a los gigantes con su txistu y tamboril.

El punto de encuentro más importante para ellos es La Casa de Sabicas. Su historia se ha transmitido de forma oral y su esencia ha sido recogida por este centro cultural: “Lo hicimos en homenaje al tío Sabas o Sabicas, el gitano más universal y uno de los artistas que más aportó al flamenco. Ahora es una de las paradas de la ruta turística PamplonaIruñeaKalí, pero quien quiera conocernos siempre es bienvenido”.