El pasado lunes 30 de diciembre la compañía Teletaxi San Fermín llevó a cabo por cuarto año su paseo solidario por las calles de Pamplona a los ancianos que, en situación de dependencia, se encuentran durante el año en las residencias de la ciudad. La mayoría de los ancianos que participaron en este paseo hacía tiempo que no disfrutaban de las céntricas calles y de su ambiente navideño.

Varias residencias participaron de este paseo y entre ellas estaba la Residencia Landazabal, de Burlada. Cerca de las seis de la tarde el eurotaxi conducido por Kiko Asín recogió a dos invitados de honor, Pilar Hernández, de 80 años y que lleva dos meses y medio en la residencia, y Eusebio Andonaegui, de 83 años y que desde hace cuatro años está ingresado y postrado en una silla de ruedas. El trayecto comenzó como cualquier otro que se realiza en taxi, pero el final distaba mucho de lo habitual.

Pilar Hernández nació en Salamanca y hasta su ingreso en Landazabal por un ictus vivió en Barañáin. Su cuñado Eusebio Andonaegui, originario de Cuenca, también residió en Barañáin hasta que un ictus no le permitió seguir con su vida normal.

"Un día estando en la cama intenté levantarme y no pude. Llamé a mi sobrino y suerte que llegó pronto porque si no hubiera sido peor. Eusebio, por ejemplo, estuvo muchas horas después de que le diera así que le afectó más. Fui una mañana y me lo encontré en el suelo de la cocina, le dio cuando iba a desayunar porque todavía estaba el zumo encima de la mesa", recordó Hernández cuando el taxi todavía recorría Beloso en dirección a Pamplona.

recuerdos Hacía tiempo que estas dos personas no visitaban Pamplona y todo lo que veían a su paso les evocaba un recuerdo. Llegados a la altura del Seminario y ante la aparición de una villavesa de la línea 4, Pilar Hernández rememoró cómo solía andar en ella: "Cómo vino todo de repente... ahora necesitaría ayuda de alguien para montarme". Una vez el taxi entró en Pamplona y a su paso por la Escuela de Artes y Oficios, los protagonistas comenzaron a ver las primeras luces. Debido al ictus y al tiempo que hacía que ambos no visitaban la ciudad, la confusión entró en juego. "¿Este barrio es nuevo no?", preguntó la mujer, pero parados en la Plaza de la Libertad (lugar de encuentro para los taxistas del paseo solidario) y viendo la avenida Carlos III la desorientación se disipó.

El recorrido continuó por la calle Paulino Caballero y ahí el techo del taxi de Asín se abrió para dar paso a los luces navideñas. "Mira el techo Eusebio, se ven todas las luces, que bonitas son", exclamó Pilar Hernández. Observando las calles del Ensanche, ella recuerda cómo antaño las transitaba con su hermana: "Cuando vivía mi hermana veníamos mucho, solíamos pasear y ver escaparates y a veces incluso comprábamos algo".

visita al centro Una vez entrados en la calle Estafeta, la gente y las luces aumentaron y para ambos comenzaba el verdadero trayecto. "Muchas de estas tiendas tienen más años que yo", dijo Pilar Hernández. Para ella el recuerdo de esta calle reside en Beatriz: "Siempre venía a comprar cuando bajaba al pueblo, me decían que comprara cosas para llevarles".

Uno de los puntos más señalados del paseo fue la plaza del Castillo. Subiendo por la calle Chapitela ambos ancianos empezaron a ver el dorado de las luces. "Qué bonita está la plaza y cuanta gente hay", expresó Hernández. El inmutable Café Iruña, lugar de historias, le evocó una anécdota a la mujer: "Me acuerdo cuando vino una familiar mía y le traje al Café Iruña. Ella me preguntó qué significaba "Iruña" y yo le dije que "Pamplona", pero le costó creérselo".

La llegada al Ayuntamiento de Pamplona, tras haber pasado por el paseo de Sarasate, calle Navas de Tolosa y Calle Nueva, fue lo más esperado de la tarde. Allí ambos protagonistas se bajaron del coche para dirigirse al zaguán del Ayuntamiento para así poder ver el belén y las figuras de los tres Reyes Magos y del Olen-tzero. En el momento en el que ambos vieron la iluminada y bulliciosa plaza Consistorial por primera vez desde hacía muchos años la emoción se apoderó de ellos, e incluso Pilar Hernández no pudo evitar que las lágrimas le brotaran. "Está todo tan bonito que no he podido evitarlo", se excusó la mujer.

El belén ambientado en los años 50 y 60 del siglo pasado que se encuentra en el zaguán del Ayuntamiento fue la guinda para ellos. "El belén está muy bonito, está ambientado en una Pamplona más antigua y está muy bien, además allí estaban Melchor, Gaspar y Baltasar", señaló Pilar Hernández.

"Hace dos años que no pasaba por el Ayuntamiento, desde que se casó un sobrino. Los últimos años me quedé muy sola y no solía venir por aquí. Antes venía con mi hermana pero desde que falleció ya no he vuelto más", agregó.

Una vez en el taxi y encaminados de vuelta a la residencia, ambos ancianos se mostraron satisfechos, incluso Eusebio Andonaegui no se desprendió en ningún momento del mazapán con el que le habían obsequiado. "Hace mucho que no veía esto, tanta gente y tantas luces", finalizó Hernández.