- La crisis del coronavirus ha desarrollado la creatividad en muchos ámbitos, entre los que se encuentra el mundo del comercio en el que se mueven autónomos y emprendedores que se reinventan en cada momento para mantener y continuar activos en su trabajo.

En este caso son dos: Ibon Ollo Jiménez y Gorka Pérez Santa Cecilia, de las bodegas Aristu y Azpea de Lumbier, los que han dado un paso de manera conjunta para impulsar a los establecimientos locales en la desescalada. Jóvenes (26 y 22 años respectivamente), profesionalmente preparados representan a las dos bodegas ubicadas en la localidad, situadas en el ámbito rural, y en sus empresas familiares son hoy relevo (Ollo) y responsable de marketing y comunicación (Pérez). Acarician ambos el fruto de su trabajo y lo proyectan con nuevas ideas generadas acordes con el momento. El que les ha tocado vivir actualmente está marcado por la pandemia mundial de la covid-19, que les ha afectado así como a los establecimientos de la localidad cuyo cierre durante más de dos meses ha dejado resentidas sus economías.

En este contexto surgió la iniciativa conjunta días antes de la reapertura de bares y restaurantes de repartir parte de sus vinos almacenados en los nueve establecimientos del pueblo para darse un impulso recíproco.

“Pensamos en ayudarles en este momento en el que ellos también han sufrido un parón, regalarles parte de nuestros vinos y de este modo, también los damos a conocer y los vamos introduciendo, con la esperanza de que más adelante esté presente en todas las barras del pueblo”, explican.

Con este fin, prepararon lotes a medida, con sus caldos ecológicos: jóvenes, blancos, rosados y tintos, vinos de poteo y crianzas; o espumosos destinados a las personas más familiarizadas con su consumo, diferenciando los locales que son restaurante de los que son solo bar.

“Había que hacer algo para incentivar la desescalada y lo planteamos en una reunión con el sector y el Ayuntamiento. Se trata de ayudarnos entre todos para salir lo mejor posible de esta crisis”, argumentan convencidos los jóvenes.

En total han repartido más de 400 botellas de sus vinos ecológicos y con este gesto tratan de recalcar el valor del producto de cercanía, un hecho que la crisis ha puesto de relieve y en valor: el esfuerzo realizado por los pequeños comercios rurales y los de barrio en la ciudad.

“Esta es una oportunidad para reconocer la importancia de tener cerca productores y y proveedores locales. En los bares tiene que haber vinos de la zona. Entre nosotros siempre tenemos que ayudarnos”, comenta Gorka. Es en definitiva, “una manera de hacer pueblo”, recalcan ambos, al tiempo que aluden a la economía circular y sostenible y a la posibilidad de cambiar las costumbres. “Queremos abrirnos paso en el entorno más cercano e introducir el vino en la juventud, demostrar que no es algo solo de la gente mayor”, expresa Ibon.

“Ha sido un gran detalle inesperado, una apuesta local importante e ilusionante de los dos jóvenes”, manifestaban Javi Blanco y Katé Ollo del bar Titorra, uno de los locales receptores. Con su apertura el pasado jueves, la vida volvió a la calle Mayor.

Las bodegas Aristu y Azpea no se han librado de la repercusión del confinamiento a las puertas del inicio de temporada. Con la persiana echada los primeros fines de semana de primavera, Javieradas y Semana Santa canceladas, exportaciones paralizadas y aparcado el trabajo en el campo. Si bien el consumo de vino en casa ha repercutido en ventas en tienda, no alcanza este a cubrir las pérdidas. “En una semana las tiendas han consumido lo que antes vendían en un mes”, subrayan.

Ollo y Pérez se sienten unidos como vinateros, cada cual con su mercado, reconocidos ambos con prestigiosos galardones. Entre ellos no cabe la rivalidad. Aún con altibajos en el presente, miran al futuro optimistas.

“La gente vuelve con ganas de disfrutar de los bares en compañía. Tenemos buenas expectativas para el verano. Será un verano rural, en el que la cercanía se pondrá en valor”, manifiestan los jóvenes timoneles de la herencia recibida, bodegas y viñas que hunden en las tierras de Lumbier sus raíces centenarias.

“Tenemos que ayudarnos entre todos para paliar las pérdidas y salir lo mejor posible de esta crisis”

Bodegas Aristu y Bodegas Azpea de Lumbier