l Transporte Urbano Comarcal (TUC) avanza en su plan de desescalada y desde ayer se habilitaron, en el servicio diurno, todas las plazas sentadas de las villavesas. Los autobuses de 10 metros pasan de 29 a 39 plazas, los de 12 metros de 37 a 51 plazas y los autobuses articulados de 18 metros de 54 a 73 plazas. También desaparece la restricción que limitaba a dos el número de personas de pie por metro cuadrado. Por lo tanto, las villavesas, en el servicio diurno, vuelven a su ocupación habitual.

El aumento de asientos disponibles es una buena noticia, pero hay quien no se sube a la villavesa con tranquilidad plena. "Procuro sentarme en la parte delantera, donde hay asientos individuales. Así me junto con menos gente", comenta Milagros Blasco, "muy andarina" y que solo utiliza la villavesa cuando no puede llegar andando a donde quiere ir. "Al principio de la pandemia tenía más miedo y evitaba sentarme en los asientos y tocar las barras. Ahora me siento sin problema, pero llevo un gel y me lavo las manos antes de entrar", comenta Branireva Dounka, que utiliza la línea 17 para ir a trabajar. Por otro lado, hay quien sube sin temor a sentarse en los asientos o a agarrarse a las barras si van de pie: "Ya sé que la covid-19 sigue ahí, pero al llevar tanto tiempo, todo lo novedoso y que te daba angustia lo ves como normal y el miedo desaparece", afirma Iñaki Oloriz, que sube al Casco Viejo en la línea 12. Lo mismo opina Natalia Ganuza, que emplea las líneas 2 y 3 para ir a trabajar: "Si me tengo que sentar en el asiento, me siento; si tengo que ir de pie agarrada a la barra, voy agarrada; no tengo ningún problema".

El lunes 8 aumentó el número de villavesas en circulación, pero el TUC aún no funciona a pleno rendimiento. De lunes a viernes el servicio es el 81,8% del total (99 autobuses de los 121 que deberían circular), el sábado el servicio desciende al 77% (74 autobuses de los 96 que debería haber de normal) y los domingos y festivos un 61,1% (44 de 72 autobuses). En el caso de las villavesas nocturnas, el servicio sigue suspendido y aún no hay fecha para su restablecimiento.

La reducción del número de buses en determinadas líneas ha derivado en un mayor tiempo de espera por parte de los usuarios. La mayoría de ellos comprenden que en tiempos de pandemia no se pudiera ofrecer el servicio que se presta en condiciones normales: "No me ha supuesto ningún problema, estoy jubilada y no tengo que coger un autobús a una hora concreta para llegar puntual al trabajo. Entiendo la reducción de villavesas y estoy agradecidísima del servicio que hay en Pamplona", cuenta Ana García, que usa la villavesa muchísimo porque no tiene coche. Sin embargo, esta menor frecuencia sí ha afectado a algunos pasajeros, sobre todo los que tenían que acudir a su puesto de trabajo en época de confinamiento: "He tenido que esperar más de 25 minutos para volver del trabajo a casa", asegura Branireva Dounka, que, a pesar de ello, entiende que se prestara un menor servicio.

Con la reapertura de la hostelería, desde el comité de empresa de TCC, la empresa concesionaria del transporte urbano comarcal, exigen que se restablezca el servicio nocturno. En la actualidad, no hay villavesas a partir de las 22.30h-23h. Además, recuerdan que hace ya tiempo que pidieron a TCC que colocase geles hidroalcohólicos en las villavesas, tanto para los pasajeros como para los chóferes: dos o tres dispensadores en la entrada y en las salidas.

Esta es una reclamación que también demandan algunos pasajeros. "En cualquier transporte público debería haber un dispensador de gel", reclama Carolina Jiménez, que va a la administración de loterías donde trabaja en villavesa. También se pregunta por qué en el comercio y en la hostelería los dispensadores son obligatorios y en las villavesas no.

"¿Por qué en la hostelería y el comercio los geles son obligatorios y en el transporte público no?"

Usuaria de la línea 12