odos los 6 de julio, alrededor de las seis de la tarde, las inmediaciones de la plaza Consistorial se llenan de pañuelicos rojos para entonar el emblemático Riau-riau, uno de los momenticos más apreciados por los sanfermineros. A pesar de ello, este año fueron pocos los que se acercaron a cantar el Vals de Astráin.

Ainhoa Garcés y Gabriela Barragán, dos amigas fieles a la tradición, a pesar de estar apenadas se acercaron al lugar como todos los años. "Teníamos la esperanza de que se celebrara porque para nosotras es lo mejor de las fiestas", confesaron. La que si se animó a cantar junto con sus amigos fue Amaia Baztan, de la peña La Única, que a la hora señalada, aunque fuera por unos minutos, llenaron la Plaza del ambiente habitual de la víspera de San Fermín. Según explicó, "aunque no haya Riau-Riau, hay que estar aquí".