- "Era ultimísima hora de la tarde, a penas quedaba luz, y de repente el grupo de rebecos bajó al valle. Estaban todos a mi alrededor jugando, corriendo y dando saltos", rememora Iñaki Errea, autor del libro fotográfico Hijas del Hielo, "un canto de amor por los animales y las montañas", en el que muestra la "vida secreta e invernal" del sarrio o rebeco (Rupicapra rupicapra).

Las imágenes se sacaron durante dos "intensos" inviernos, el de 2018-2019 y 2019-2020, en el Pirineo, concretamente en el valle de Linza. Iñaki fue veinte veces a la zona y las salidas no fueron escogidas al azar, sino que "quería una situación climática potente, un contacto más salvaje y auténtico con la naturaleza. Por eso, iba cuando más nevaba y frío hacía", asegura.

En un primer momento, decidió quedarse a dormir en una tienda de campaña, pero era "mucho más laborioso y engorroso". Iñaki tuvo "la suerte" de que un pastor le dejase su refugio, en la llanura del valle de Linza, como campamento base. "Era muy pequeñito, muy básico y muy simple, pero a su vez maravilloso", recuerda Iñaki, que reconoce que contar con él "ha sido muy cómodo porque era un abrigo muy estable del aire, viento y nieve".

En el refugio solo estaba para dormir y reposar. El resto del día Iñaki perseguía a los rebecos con sus prismáticos: "Me calzaba las raquetas y con un equipo mínimo fotográfico vagaba por la zona". Seguir la pista a los rebecos fue una tarea difícil y exhausta: "A veces había un metro de nieve polvo y casi no me podía mover", confiesa.

Además de desplazarse con dificultad, Iñaki sufrió condiciones meteorológicas extremas: "En ocasiones el viento y la nieve me han superado. Te impiden sacar las fotos que quieres y te desanimas, te frustras porque piensas que te has pegado un palizón para nada", asegura.

telón de teatro También ha vivido días "increíbles" en los que incluso ha llegado a llorar de "emoción".

Era noviembre del año pasado y hubo una nevada "tremenda". La previsión meteorológica era "maravillosa" porque pronosticaban que nevara todo el día y "en el último momento, pum, el cielo se abriese con el atardecer", explica. Por eso, a pesar de las condiciones extremas (más de un metro de nieve, ventisca y casi nula visibilidad), Iñaki se calzó las raquetas y con sus prismáticos se pasó "todo el día" tras los rebecos.

Sin embargo, la tarde avanzaba y la ventisca no cesaba. "Ya no albergaba ninguna esperanza", señaló. La frustración se apoderaba de Iñaki cuando un sarrio se subió a una loma y se quedó estático. El fotógrafo se fue acercando con mucha cautela mientras pensaba: "Jo..., la foto sería espectacular si tuviera algo de fondo, porque era plano, gris, no había nada". Y de repente se hizo "la magia": "El cielo se abrió como si fuese un telón de teatro que despliega sus telas. Entraron unas luces naranjas de atardecer preciosas que se reflejaron sobre el Mallo de Acherito, al fondo y cargado totalmente de nieve, y con una atmósfera todavía ligeramente onírica sobre el valle. En ese rato hice tres de las mejores fotos del libro", aseguró.

errantes y libres Iñaki escogió el rebeco porque es un animal que le "fascina" y en él se juntaban varias de sus pasiones: la montaña invernal, la vida en ese medio extremo y la vida "salvaje" que caracteriza al sarrio. "Son errantes, van de un lugar a otro, y libres. No se deben ni a nadie ni a nada, duermen donde quieren y no tiende a tener muchos hábitos, sino que vaga. Es una maravilla", confesó.

La elección del Pirineo fue por cercanía porque "para lanzar un proyecto así hace falta accesibilidad y proximidad. Si no, te limitas muchísimo", apuntó. Aun así, afirma que es "una cordillera preciosa que, a pesar de estar tan cerca de la actividad humana, mantiene una esencia salvaje y eso es parte de su magia".

Tras dos inviernos Iñaki tenía el material fotográfico suficiente, pero no el dinero: "Ha sido casi más difícil que perseguir a los rebecos", confesó entre risas. Necesitaba 7.000 euros y al final consiguió casi 9.000. "La respuesta de la gente ha sido alucinante", comentó. También agradeció a Verkami, la plataforma dedicada al micromecenazgo? que promocionó el libro.

En su opinión, conseguir el dinero es "vital", pero "es más importante el interés de la gente y que crean en lo que haces. Te das cuenta de que el libro no es un capricho personal sino que verdaderamente transciende como algo artístico".

"El cielo se abrió como un telón de teatro y entraron unas luces naranjas que se reflejaron sobre el Acherito"

Fotógrafo