n año más, pero uno tan distinto. Las calles y plazas del Casco Viejo de Iruña se llenaron de gente, quizás más de lo recomendable, pero son días difíciles para no salir a la calle a tomar algo con la cuadrilla, son días para hacer las últimas compras navideñas y para estar en familia. Fue una tarde tranquila en cualquier caso, mucho más de lo normal en un día 24 de diciembre en Iruña, cuando las calles son normalmente tomadas por decenas y decenas de animales, el séquito del carbonero.

El día 24 faltó algo, Olen-tzero no se paseó por las calles de la ciudad, aunque sí bajó de las montañas para llevar los regalos una vez más a tantos niños y niñas. No hubo nada de esto, no hubo dantzaris, gaiteros ni zanpanzares, tampoco ocas, cerdos, bueyes, cabras y demás animales. Pero sí se dejó notar en el corazón de la ciudad. Por cualquier lado del Casco Viejo se veía una cuadrilla de amigos vestidos de caseros, o una familia. Todos ellos, eso sí, con un complemento extraño, pero ya muy asimilado, una mascarilla que no pega nada con el atuendo.

En la Plaza Consistorial la gente hacía cola -siempre respetando la distancia social-, para fotografiarse con el carbonero y los Reyes Magos, expuestos en la entrada del Ayuntamiento. Las terrazas de la Plaza del Castillo y los bares de Estafeta o Navarrería estaban al máximo de su reducida capacidad, con la gente apurando el último pote antes de irse a cenar con los suyos. Los que lo hicieron, porque no todos quisieron hacerlo. La familia Burgos aprovechó la tarde para tomar algo con sus familiares más cercanos, pero no cenaron juntos. Xabier cuenta que habían vuelto a quedar el día 25 por la mañana para darse los regalos que Olentzero les había dejado en sus casas. "Preferimos quedar en la calle, aunque haga frío, hay ambiente, pero también menos riesgo y así Mikel y Carlos (sus hijos) pueden estar con sus primos un rato", explica Xabier. Mikel y Carlos han echado de menos a los animales sobre todo, pero confían en que el carbonero sepa aun así que han sido buenos y les lleve los regalos que han pedido.

Para que Olentzero vuelva a desfilar por las calles de Iruña quedan todavía doce meses. Los más pequeños seguro que esperarán todavía con más ganas al año que viene, cuando seguro que podrán volver a ver desfilar a Olentzero con todo su séquito, pero, aun sin desfile, ha quedado muy claro que Olentzero está en el corazón de Iruña.