Muchas llevan décadas en la ciudad, y, de hecho, son auténticas especialistas preparando el ajoarriero y la menestra, como Maribel Tello: "Yo aprendí a hacerlas porque estuve interna hace tiempo en una casa", explica esta peruana que recaló por estos pagos hace 19 años, con sus tres hijos a cuestas. Ahora sabe muchas más recetas navarras porque es una de las alumnas, junto a otras 11 mujeres y 3 hombres, que están a punto de terminar el primer curso integral de formación inclusiva en hostelería, una iniciativa del Ayuntamiento de Pamplona, financiada por el Servicio Navarro de Empleo, que comenzó a impartirse a finales de septiembre del año pasado y del que se han beneficiado 12 alumnas y 3 alumnos, la mayoría personas llegadas del extranjero y que en su día vinieron a Pamplona para buscar un futuro mejor. Algunas llegaron con hijos y esposo, como Maribel, y hasta se han traído a sus padres aquí, y otras siguen solas, como el joven de Gambia Ali Sowe, que aterrizó en Navarra allá por 2003 y que, sin embargo, en todo este tiempo no ha conseguido acceder a una vivienda. "Me piden tantas cosas, un sueldo, un empleo... que no puedo entrar a ninguna", se lamenta. Desde hace seis meses vive en el albergue municipal para transeúntes de Trinitarios, aunque con una alegría que traspasa la mascarilla suelta un rotundo: "Soy feliz", que a cualquiera le haría recapacitar.

Ayer, Maribel, Ali y sus compañeras del programa de formación fueron los protagonistas de la visita que la comisión de Asuntos Sociales del Ayuntamiento de Pamplona, con el alcalde Enrique Maya a la cabeza, realizó a las instalaciones municipales del barrio de San Juan, las bajeras donde se desarrollan los distintos programas de formación, y donde trabajan también los equipos de tapicería y confección dependientes de Empleo Social.

LA HOSTELERÍA, EL FUTURO El curso, de carácter integral, tiene como objetivo cualificar profesionalmente al alumnado en tres especialidades del sector de la hostelería: ayudantes de cocina, servicio de barra y servicio de comedor. Empezó en septiembre y concluirá el próximo 28 de enero, y en todo este tiempo el alumnado ha recibido 240 horas de formación, de tal manera que ahora pueden trabajar tanto en la cocina, como dando servicio en cualquier barra o sala. Había decenas de personas interesadas, derivadas de los servicios sociales y las unidades de barrio de Pamplona y solo 15 han podido acceder finalmente. El equipo docente ha estado formado por las monitoras Maite Cuesta, Cristina Ruiz y Charo Aldave.

¿Por qué la hostelería? Los datos indican que un porcentaje muy alto del sector en Navarra son negocios que, por su tamaño y características, habitualmente requieren personal cualificado en estos ámbitos, una necesidad que se ha incrementado tras la pandemia de la covid, "por el trasvase de profesionales con experiencia laboral en este campo a otros sectores". Los participantes han recibido acompañamiento y orientación profesional en todo el periodo y, tras la clausura, se seguirá "realizando esta labor hasta conseguir un mínimo de un 25% de incorporación laboral del alumnado". En este sentido, la concejala de Servicios Sociales, María Caballero, señaló que han trabajado con la Asociación de Hostelería de Navarra (AEHN) para garantizar las contrataciones: "Hay dos personas trabajando y se paralizaron 10 contratos en diciembre debido a las nuevas restricciones de la pandemia en el sector, que ahora esperemos que se retomen", dijo, "cuando vuelva la normalidad. ¡Seguro que os vamos a encontrar en cualquier local!", dijo a los alumnos en el acto de clausura.

Cristina Ruiz, una de las monitoras del curso, señaló que el curso ha incluido también formación en competencias personales, búsqueda activa de empleo, realización de trámites administrativos y habilidades digitales básicas, de tal manera que estas personas puedan mantenerse en su puesto de trabajo. Y en materia de fogones, han aprendido mucho de las "técnicas de cocción", de la "cocina de kilómetro cero y de la cocina de aprovechamiento", y han conocido "incluso como se hornea un pan, para que estén preparados para lo que les pidan en cualquier establecimiento". Cuando la pandemia dé un respiro, la hostelería puede ser el futuro soñado para muchas de estas personas.

"Me trajo mi madre con 18 años; lo pasé muy mal"

Jenife Rodríguez vive ahora sola con su hijo y confía en trabajar de auxiliar administrativo

Jenife tenía solo 18 años cuando su madre decidió salir de su país, la República Dominicana, con los tres hijos: "De un día para otro me cambió la vida, yo aquí no quería estar". Hoy, madre soltera, independizada y con un crío de dos años a su cargo, entiende la decisión que entonces tomó su madre. "Vivíamos en Berriozar y yo me inscribí en la Granja, pero me dijeron que no tenia el nivel y me pasé a la FP". Se formó como auxiliar administrativo, e hizo las prácticas en la oficina comercial de un periódico. Jenife Rodríguez, de 28 años, ha trabajado también en una relojería, en locutorios, cuidando críos... "Cuando se quiere, se puede", explica. "Me he buscado la vida como he podido. Me gustaría trabajar de lo mío, de administrativo, pero mayormente buscan personas con una FP 2 o con un máster", señala. Pasó también por la fregadera de las cocinas del hospital, aunque ahora se ve mucho más preparada para meterse en una cocina y resolver lo que se le ponga por delante. "Hace tiempo que quería hacer un curso de camarera o de ayudante de cocina, porque para trabajar de ello también te piden formación", dice. Ahora, según asegura, se va "a poner a buscar trabajo como una loca".

"Me gustaría vivir en un piso y salir del albergue"

Ali Sowe, de 38 años, al que le gusta la jardinería, pide ayuda para poder acceder a una vivienda

"Llegué a Pamplona desde Gambia solo, sin familia, sin amigos, sin casa...". Era 2003 y lo recuerda así: "Tenía 19 años, pero gracias que aquí encontré gente muy buena...". Al principio empezó viviendo en Irurtzun, en una habitación. "No encontré trabajo y me vine a Noáin, donde estuve ocupado en una empresa, Galva Navarra". Sin embargo, el puesto le provocó serias alergias y lo tuvo que dejar. Después pasó por Agrozumos de Lekunberri. "Ahí me mudé y viví mucho tiempo". Nunca ha tenido formación, pero la ha ido adquiriendo aquí, en Navarra, en sus trabajos y en los cursos que ha hecho: "De carpintería, de electricidad..., aunque siempre he tenido que dejarlos a medias porque me salía algún trabajo", reconoce.En este momento, según dice, ha visto la luz, gracias a la empresa de inserción Ilundáin: "Por las mañanas estoy trabajando con ellos de jardinero y me encanta". Ahora mismo está viviendo en el albergue de Trinitarios y está muy contento: "Desde que he llegado a Navarra nunca me he encontrado nada malo", y aún más: "Soy feliz". Aunque tiene un sueño: "Me gustaría vivir en un piso y salir del albergue, pero me piden un sueldo y, claro, no me dan", se lamenta.

"Me metí en el curso para ver dónde me lleva la vida ahora"

Maribel Tello llegó hace 19 años con su marido y sus hijos y se ha traído también a sus padres

Maribel Tello, peruana de 56 años, es una de las veteranas del curso de hostelería municipal, aunque ya tenía experiencia en los fogones, porque trabajó también como empleada de hogar. "Llevo 19 años en Pamplona, con mi esposo, y me siento integrada totalmente; de hecho, mis tres hijos se han criado aquí". Explica que "estaba trabajando en una empresa de limpiezas, ya no me llamaron y me quedé desempleada en octubre. Justo me llegó un anunció de este curso, y como no quería estar desocupada, dije: 'Voy al curso, a ver por dónde me lleva la vida ahora". Ella ya había estado formada en la Cruz Roja, pero este curso que acaba de terminar "es mucho más completo", reconoce. Esta rochapeana confía en que ahora le surjan otras oportunidades. "Conozco muchas recetas de la cocina navarra", dice, un añadido a sus conocimientos en la gastronomía de su país, la peruana, que tanto se está popularizando por estos pagos. "Si se puede me gustaría trabajar de esto, aunque a ver si me puedo apañar con los horarios". Sus hijos, de 25, 29 y 26 años ahora mismo están en paro, por lo que toda ayuda es poca.

"Llevo dos años sin trabajo y ojalá que ahora se abran puertas"

Andrea Tiburcio, dominicana de 40 años, tiene 3 hijos y le gustaría ir a la Universidad

Tiene tres hijos, de 11, 15 y 16 años. Se los trajo en 2017, sola. "Siempre he estado sola, con ellos. Sigo sola y creo que estaré sola siempre", sentencia a sus 40 años. "Llegó de la República Dominicana hace siete años "para buscarme la vida" y se quedó en Pamplona, allá por 2017, la ciudad que conocía de oídas porque allí vivía una vecina de su país: "Al principio tuve bastantes problemas para regularizar mi situación", pero acabó asentándose y ahora vive en la Txantrea. Desde entonces no ha parado, porque con tres chavales estudiando no le queda otra. "He trabajado de cuidadora de niños, porque hice un curso de puericultura, después de mayores, estuve en la cocina del restaurante Nire Etxea". La pandemia le dejó sin empleo: "Llevo dos años sin trabajar. Hice un curso de cajera, pero necesito un trabajo porque tengo a los crios". Está cobrando el subsidio, por lo que aprovecha para trabajar en lo que le sale: "Me llaman a cuidar a personas mayores, y allá voy". Ahora, con el curso, tiene esperanzas. "Me gusta la cocina, y estar en un bar. Esto ojalá que me abra más puertas para trabajar", aunque le gustaría "ir a la Universidad", sueña.

"Esperemos que cuando vuelva la normalidad a la hostelería, se reactiven los contratos"

Concejala de Servicios Sociales

"Aprenden técnicas de cocción y lo que les pueden pedir en cualquier cocina"

Profesora del curso