“Nos llegó un informe de la comunidad de vecinos y de unos arquitectos que decía que las vigas de madera, que sujetan la estructura del edificio y el suelo de la peña, estaban debilitadas por termitas, humedades y otras deficiencias. De la noche a la mañana se derribó toda la parte del bar y la barra y se han construido de nuevo”, recuerda Carlos Jiménez, presidente de la peña El Txarko, en la calle Jarauta 6.

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Las obras, relata Carlos, empezaron el verano del año pasado y ya que estaban metidos en este atolladero decidieron enfangarse hasta el fondo: sanearon el comedor, los baños y la cocina; introdujeron iluminación LED, mejoraron la ventilación y pintaron el local con los colores de la peña, el blanco y el azul. “La gente no la va a reconocer”, augura.

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Desgraciadamente, los 240 socios del Txarko solo conocen la renovada sede a través de fotografías. “Aún no nos han terminado la puerta. Va con tres meses de retraso, pero la idea es abrir en dos semanas, un mes como mucho”, avanza. Ese día, señala, organizarán un vermú o una comida “especial” y también saldrán a la calle con su charanga.

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El presidente del Txarko no disimula las ganas de fiesta para que “vuelva esa alegría a la gente, recuperar la vida de la peña” y rentabilizar la inversión. “Económicamente vivimos de San Fermín y más aún ahora que la obra ha sido un desembolso grande y el coronavirus, que ha sido devastador”, indica. Por ello, invita a los pamploneses a que en las próximas fiestas se acerquen, conozcan y disfruten de la renovada peña que contará con mayores actividades sociales y culturales. “Les acogeremos como uno más”.