Su primera ubicación fue en la antigua casa de arbitrios y de ahí pasó al sótano de la casa de cultura, un lugar un tanto lúgubre que nada tiene que ver con su actual localización, el antiguo centro de salud. Y es que la biblioteca de San Adrián, un espacio por el que han pasado a lo largo del tiempo miles de personas, y que esconde y guarda entre sus paredes cientos de historias, cumple 50 años.

Las bibliotecas, explica Laura Romero Díaz, bibliotecaria en San Adrián desde 2013, han sufrido una importante reconversión y modernización; han pasado, asegura, “de ser unos espacios un tanto oscuros a los que solo se iba a hacer la tarea a vertebrar la vida cultural y social de los municipios”.

Aunque no es el mejor año para festejar debido a la crisis sanitaria, han decidido cerrar una serie de actos para conmemorar este aniversario. Sin embargo, el reto principal que tienen por delante tras el parón del 2020 “es retomar, aunque sea con aforo reducido, la actividad de animación, el club de lectura vigente desde el año 2006, los cuentacuentos mensuales y la afición por la lectura que había”.

Esta misma semana, cuenta Laura, enmarcada dentro de los actos del 8M está la exposición ¿Consumimos violencia? de la mano de SETEM y a la que se le sumará un cine fórum y un taller infantil el día 18. Además, está previsto que la localidad albergue la exposición Territorio Libro. Territorio Libre entre mayo y junio; habrá paneles informativos que reflejarán el paso del tiempo y la modernización que han experimentado las bibliotecas y habilitarán un apartado especial sobre San Adrián.

Por otro lado, y de cara al mes de abril, desvela Laura, van a promover un concurso de cuentos y dibujos infantiles en el que la biblioteca local tendrá que ser la protagonista. Las bases saldrán a finales de este mes y el 23 de abril se entregarán los galardones.

Para terminar, y ya en mayo, que es el mes en el que hace 50 años abrió sus puertas la biblioteca, tienen pensado celebrar todos los martes encuentros con escritores y los jueves, charlas con personas vinculadas al mundo audiovisual. Además, el día 24, y si la situación lo permite, se celebrará un acto protocolario.

El resto del año el objetivo es retomar los cuentacuentos infantiles que tenían muchísimo éxito, el club de lectura que está parado desde el año pasado, y seguir trabajando codo con codo con el colegio y otras entidades para promover actividades.

Espacio agradable

La nueva sede abrió sus puertas en 2016 en un espacio de 400 metros cuadrados y cuenta con una zona infantil, una de estudio, un espacio de lectura en el que se ubican las mesas y una zona con cinco ordenadores.

En las estanterías, explica Romero, hay un total de 16.524 documentos entre biografías, narrativa, audiovisual y hemeroteca, materias y conocimiento, así como guías y libros de idiomas y un espacio para la colección local; libros editados por gente de San Adrián o que hablan de la localidad.

El cambio de lugar “supuso un auge y el número de usuarios se incrementó en torno a un 60%”. Ahora esa cifra ha disminuido por la Covid-19 pero poco a poco van retomando esos números. De hecho, de las 1.200 personas de media que iban al mes, en febrero fueron 798 personas y hubo un total de 609 préstamos.

Laura cuenta que entre sus labores destacan, entre otras, visitar webs, estar al tanto de las últimas publicaciones, tejuelar (poner en los lomos de cada ejemplar las pegatinas y sellos), y forrar los libros “para que los ejemplares perduren más”. También tiene que expurgar, llevar estadísticas, gestionar el club de lectura, las redes sociales y organizar actividades en solitario o en colaboración con otras bibliotecas de la zona.

“Lo más satisfactorio es agradar a la gente, tratar con ellos y acertar en lo que recomiendas, y lo más ingrato es tener que mandar callar”, apunta Laura que recalca que entre los retos o ideales a futuro “estaría muy bien que saliese un club de lectura con gente joven, que no solo lean aquello que se les impone. Además, hay que dejar de pensar en las bibliotecas como sitios en los que solo se prestan libros o se estudia y ver que también pueden servir de apoyo a otras instituciones”.