La efigie de San Miguel de Aralar continúa estos días su visita a más de 300 localidades de Navarra, un periplo que arrancó oficialmente este pasado domingo de Pascua en el santuario de Aralar con destino a Baraibar, el único recorrido que continúa haciéndose a pie.

Ayer la imagen seguía en tierras de Larraun, una nueva etapa que comenzó en Gorriti y prosiguió por Uitzi, Arruitz, Etxarri-Larraun, Mugiro y Aldatz. Hoy comenzará en Alli a las 8.30 horas para después viajar a Oderitz, Astiz, Iribas y Madotz por la mañana y por la tarde Latasa, Urritza y Goldaratz. Mañana proseguirá por Zarrantz, Eraso, Etxaleku, Oskotz, Muskitz y Cía. El sábado acudirá a Aguinaga, Gulina, Larumbe, Sarasate, Erice y Ochovi, desde donde viajará a Uharte Arakil para pasar la noche.

Y es que el domingo será la rogativa de los feligreses de este pueblo de Sakana a la virgen de Oskia. El lunes acudirá a Pamplona, donde hay constancia de que lo hacía en 1210. Entrará las 19.30 horas por el portal de la Taconera, donde le saludará el Angelico de la Casa de la Misericordia para acompañarle hasta la parroquia de San Nicolás entre sones del txistu y el tamboril. Año impar, irá por San Antón. En la capital navarra permanecerá una semana, hasta el 5 de mayo, para recorrer 80 puntos entre parroquias, colegio y entidades de distinto signo, una apretada agenda con visita al Gobierno de Navarra, el martes 30 a las 11.00 horas, y por la tarde, a las 17.30 horas, al Ayuntamiento.

DESDE EL MEDIEVO Este largo viaje del ángel de Aralar tiene su origen en el Medievo, en unas visitas a los cofrades enfermos que no podían acercarse al santuario de Aralar por motivos de salud. Eran tiempos en los que la cofradía de San Miguel contaba con 40.000 miembros. A partir del siglo XIX, tras las desamortizaciones, se convirtió en una importante fuente de ingresos del santuario.

Estas visitas están llenas de rituales, como la bendición de los campos lau haizetara para poner en manos del Arcángel la obtención de buenas cosechas y la buena cría del ganado. Así, la figura del ángel se orienta sucesivamente a los cuatro puntos cardinales, recitándose en cada uno de ellos los versículos de los cuatro evangelistas. También es costumbre que la imagen y sus acompañantes sean asistidos en cada localidad por los Hermanos de San Miguel, un honor que se transmite de generación en generación.