Desde Etxarri Aranatz hasta Ziordia, los maiatzak anuncian que ha llegado el tiempo de subir el ganado a los pastos de Urbasa para pasar el verano. Y es que no es hasta mayo cuando se cubre de verde la gran pared que representa esta sierra al sur de Sakana. Se trata de una costumbre unida a la primavera, tiempo de renovación de la naturaleza que se pierde en el tiempo. Al igual que otras muchas tradiciones, el cristianismo la adaptó a sus festividades, en este caso a la Cruz de mayo.

Los más madrugadores fueron los bakaikuarras, que al mediodía alzaron su mayo en el alto de Urbasa. Después fue el turno de Etxarri Aranatz, que hicieron lo propio a unos poco kilómetros, en Artzabal. Los de Ziordia colocaron dos, uno en la chopera y otro en la Barga. El de Iturmendi fue a la tarde en la plaza, donde estaba preparado un hermoso tronco de haya de 24 metros cortado en Aitzondo. Estaba coronado por un pino de 4 metros, 28 metros en total. Era uno de los más altos de estos últimos años y también uno de los que más costó poner en pie, 65 minutos en total. “Ha habido algún año que se levantó en 35 minutos”, apunto Fernando Sayas, un altsasuarra que con su cámara lleva décadas fotografiando este auzolan que siempre es igual pero distinto.

La cita era a las seis de la tarde, con unas 60 personas dispuestas para ponerse en la faena y numeroso público para seguir la tarea. Arrancaron al segundo cohete y con la ayuda de diferentes artilugios como horquillas y escaleras además de cuerdas, poco a poco, fueron levantando el mayo. Al igual que estos últimos seis años, el capataz fue Ignacio Arbizu, quien tomó el relevo a Julio Lopez de Zubiria, que en segundo plano no se perdió la operación, con numerosos jóvenes entre los voluntarios.

Una vez que el tronco estaba bien sujeto con cuñas en un orificio de metro y medio de profundidad, el centro de un reloj de sol cubierto el resto del año, el Ayuntamiento ofreció un auzate para recuperar fuerzas. Asimismo, los dantzaris de Iturmendi se unieron a la fiesta. El mayo presidirá la plaza hasta finalizar el mes, visible desde todos los rincones de la localidad. Símbolo de fertilidad y vida, son varias las interpretaciones que se dan a esta costumbre. Según algunos, representa la juventud y el amor, entendido como una expresión de la naturaleza que protege y da vida. El árbol también era figura de la divinidad, que unía las raíces de la tierra con la capa del cielo. El dinero obtenido por la venta de su leña será para los quintos y quintas.