leitza - Iñaki Perurena Gar-tziarena prenderá mañana a las seis de la tarde la mecha con la que arrancarán cinco días de celebraciones en Leitza en honor a San Tiburtzio. Así lo decidieron los y las leitzarras en el proceso participativo puesto en marcha por el Ayuntamiento a partir de tres propuestas seleccionadas por la comisión de fiestas. Las otras dos eran la Bertso Eskola de Leitza y la otra el equipo de fútbol de Aurrera Kirol Elkartea. Iñaki Perurena recibió 272 votos, el 60% del total.

“Es algo muy bonito, que te llega. Te toca la fibra”, confiesa este polifacético leitzarra. Pero a la hora de presentarse, él se define como harrijasotzaile. “Es la línea maestra de mi vida pero no te cierra la puerta a otras cosas. El sentido de la palabra es más amplio de lo que se pudiera pensar”, destaca Iñaki Perurena. “La piedra es como una ventana a través de la cual puedes mirar la vida”, abunda. Y la suya siempre ha estado en Leitza. “Es mi pueblo. Con eso lo digo todo. Es como para una flor el tiesto, tu savia, de ahí sale tu vida”, apunta. Y es que ha sido su campamento base, el sitio al que siempre volvía en un continuo ir y venir.

Iñaki Perurena debutó con la piedra con 17 años en Tolosa. No obstante, salió a la plaza un año antes como aizkolari, siguiendo los pasos de su tío, el gran Martín Garciarena, ganador del primer campeonato de España de aizkolaris celebrado en 1950. “En casa no querían que fuera harrijasotzaile porque pensaban que me podía dañar físicamente. Además, en la familia había una experiencia negativa con las apuestas”, recuerda. No en vano, el deporte rural siempre se ha vinculado a los desafíos y más en aquellos años, con dinero en juego. “Hace 40 años ni existían los herri kirolak. No existía la visión actual. Hay que trasladarse a aquellos tiempos para explicar las cosas”, apunta. “Mi apuesta era levantar la piedra”, incide.

Cuna de grandes deportistas, sobre todo de aizkolaris a mediados del pasado siglo, la piedra era poco conocida en Leitza. Su primera imagen es la de Urtain levantando una piedra en un calendario de Gurelesa, hace 52 años. “Me impactó. Ahora coges el móvil y tienes mil fotografías. Tampoco había televisión”, observa. Entonces comenzó a soñar con la piedra y en dar forma a los relatos que le contaba su abuelo Inaxio del mundo rural y de gestas de hombres fuertes. “Eran historias que me enganchaban. A muy tierna edad ya sabía que la piedra iba a ocupar una parte importante de mi vida”, asegura.

Así, miró muchas veces aquel calendario con la imagen de su ídolo y también otras fotografías para descubrir los secretos de levantar las piedras, técnica que él después revolucionó. “Ideé una manera distinta de traer las piedras grandes a la cintura, cambiando el lugar de los agarraderos, más arriba. Se evitaba una maniobra más complicada y enseguida esa técnica fue la que se impuso”, recuerda.

POPULARIDAD Además de innovar, también rompió marcas y llevó el levantamiento de piedra a los medios de comunicación, dentro y fuera de Euskal Herria, todo un fenómeno mediático desde finales de los años 80. “Cuando levanté 300 kilos tuvo más impacto que cuando lo hice con más peso. Se le prestó más atención”, observa. Unos años después, en 1994, consiguió levantar 320 kilos en tres gestos. También está en la memoria de muchos cuando en 2003 levantó una cilíndrica de 100 kilos 1.700 veces, tantas como capítulos de Goenkale, mítica serie de ETB 1 en la que trabajó durante 19 años dando vida a Imanol, un empresario de Arralde.

Fueron unos años intensos, de mucho trabajo, haciendo malabarismos para llegar a todo. Y por si fuera poco, también realizó incursiones en el plano cultural, escribió un libro, Harria mundu-Mundua harri y otros de versos.

Al mismo tiempo que comenzó como harrijaso-tzaile, montó su carnicería. Así, había poco tiempo para las fiestas. “Tenía mucho trabajo. La víspera estaba saturado. Había veces que me levantaba a las dos de la madrugada para preparar las carnes, una locura”, recuerda. “A lo largo del año, cuando ibas a actuar y veías ambiente, sí hacía alguna juerga”, añade.

Aunque no para, en la actualidad su volumen de actividad no es tan frenético como antes. “Depende de cómo tenga el día, miro que hay y voy a la plaza para ver herri kirokak, pelota y cualquier acto que sea novedoso -apunta-. No soy de vivir la fiesta saltando con la txaranga”, cuenta.

Después de 41 años en la plaza, Iñaki Perurena sigue vinculado a la piedra en Peru-Harri, un lugar en el que confluyen retos, mitos e historia. Es un espacio en el que se unieron sus dos caminos, su trabajo como ganadero y su pasión por la piedra, como explica. “Tenía ilusión de hacer algo por la piedra, por mi caminar”, apunta. Situado a unos 2 km del núcleo de Leitza en Gorritiena, un caserío centenario, donde el propio harrijasotzaile se encarga de guiar a las visitas por este parque de interpretación de la piedra que ha levantado junto a su hijo Inaxio, también levantador de piedras, y contarles la historia de este deporte que comenzó en las canteras y que es parte fundamental de su vida.