La escultura que Joxe Ulibarrena realizó con la madera del viejo nogal de la plaza de Altsasu guarda muchas historias y simbología. Por ello, el Ayuntamiento colocó ayer un panel interpretativo para dar algunas claves sobre su significado cuando se cumplen 25 años de su instalación y uno desde su restauración bajo la dirección de la hija del escultor, Elur Ulibarrena, y la participación popular en auzolan.

Testigo mudo durante unos 350 años de la vida de este pueblo en un extremo de la plaza, el nogal fue muriendo lentamente hasta que se decidió su tala en 1991 por el peligro que representaba. Y es que hacía varios años que iba perdiendo su follaje al tiempo que su corteza se volvía más oscura y comenzaba a caer. Así, el Ayuntamiento encargó un informe técnico que confirmó lo que muchos pensaban, el nogal se estaba muriendo por la humedad, los hongos y otras especies xilófagas. Su despedida fue a lo grande, con aurresku y zortzikos.

Dado el valor sentimental que representaba para muchos y muchas altsasuarras, se decidió darle una nueva vida en forma de escultura. Los promotores fueron José Manuel Goikoetxea, entonces alcalde de la villa, y Enrike Zelaia, persona clave en la recuperación y mantenimiento de la idiosincrasia de Altsasu. Se financió con la venta de trozos del nogal a los vecinos y vecinas, como recuerda el alcalde, Javier Ollo, quién destaca la importancia de que los y las altsasuarras así como visitantes sepan más sobre esta escultura de nombre Raíces alsasuarras.

No en vano, representa las principales señas de identidad de este pueblo y las representa por medio de diferentes figuras que representan su esencia; costumbres, naturaleza, mitología y música fundamentalmente. “En el panel se reseña el significado de algunos de estos símbolos, otros quedan sometidos a la interpretación”, apunta el alcalde.

En el panel se recogen 16 de los 40 motivos de la escultura. Uno es Enrike Zelaia con su acordeón y en otro se representa a gaiteros y txistularis en representación de los músicos tradicionales. También hay un arrano beltza, símbolo del reino de Navarra, además de seres mitológicos como Basajaun o Lamia junto a representaciones de la feminidad y masculinidad, las cuevas y cerros de Urbasa, los oficios tradicionales, o la tradición ferroviaria de Altsasu. La gran afición deportiva que hay en la villa también se ve representada con remontista y un ciclista. Tampoco falta el carnaval rural, que se ha convertido en otra seña de identidad altsasuarra, con un momotxorro y máscaras en la escultura más pequeña del conjunto, que consta de dos partes.

ESCANEADO Si bien la restauración realizada ha alargado la vida de la escultura, la madera de nogal no aguanta bien la intemperie. Por ello, para conservar la información actual de la obra y poder realizar réplicas en diferentes escalas, el Ayuntamiento realizará el escaneado de la obra, una de las recomendaciones realizadas por Elur Ulibarrena. Para ello, aprobó en julio una modificación presupuestaria de 8.700 euros, que incluía el panel interpretativo.