"Zumba y solidaridad en Uharte Arakil es un buen plan para este sábado", aseguran Kepa Gordo e Izaskun Betelu, miembros de Arbizuko zumba taldea. Así, invitan a mover el cuerpo por una buena causa, colaborar con Motxila 21, grupo de músicos y músicas con síndrome de Down que no necesita presentación. Y es que la pandemia, declarada cuando estaban grabando su segundo disco, obligó a suspender todos los conciertos previstos el pasado año y también lo de éste, sin recursos para hacer frente a los gastos del grupo.

"La venta del disco se ha estancado y hay que pagar el local. Con los conciertos el grupo se autogestiona", apunta Ainhoa Lizarraga, voluntaria de Motxila 21. "Tienen muchas ganas de juntarse. No han ensayado desde marzo del pasado año", observa, al tiempo que destaca la importancia de esta iniciativa para visibilizar y dar a conocer lo que hay detrás de la Asociación de Síndrome de Down de Navarra, de la que forma parte el grupo. "Motxila 21 el resultado de la ilusión y trabajo de muchas personas", incide.

Así, Kepa Gordo e Izaskun Betelu quisieron echarles una mano con su zumbatón solidario, el quinto hasta ahora. Los tres primeros fueron en el polideportivo de Arbizu. Pero la pandemia les obligó a cambiar de escenario para poder cumplir las medidas sanitarias. Pensaron en la trasera del frontón de Uharte Arakil, un espacio amplio en un recinto cerrado que posibilitaba el control de acceso además de entrada y salida diferenciada. Lo cierto es que fue un éxito y repiten este año.

Centro asistencial San Miguel de Aralar

"Desde el principio hemos contado con el apoyo del Ayuntamiento de Uharte Arakil. Es un pueblo muy solidario", apunta Kepa Gordo. Al respecto, recuerda que en los años 70 no miró para otro lado y cedió una parcela para que Cáritas construyera un centro para la atención de niños y niñas con discapacidad. Y es que en 1977 abrió sus puertas el centro asistencial San Miguel de Aralar, destinado a niños y niñas de entre 6 y 12 años en régimen interno. Estaba gestionado por la congregación de las Damas de la Paz del Apostolado de Jesús, cómo recuerda Ana Jesús Huarte Lacunza, uhartearra que trabajó en el centro desde sus inicios y hasta su cierre, dos décadas después. "Mi trabajo era en la limpieza pero hacía de todo", observa, al tiempo que recuerda con cariño aquellos años. "Éramos como una familia. Los niños eran muy cariñosos y se hacían querer", destaca.

Ignacio Reyes Hurtado, también de Uharte Arakil, coincide con quién fuera su compañera de trabajo. Comenzó a trabajar como cuidador en 1987, cuando Anfas asumió la gestión de este centro asistencial y se amplió la edad de las personas usuarias."Había niños de toda Navarra con diferentes patologías como parálisis cerebral, autismo, algún síndrome de Down pero no era lo más común. Había de todo y cada chaval era un mundo", recuerda Reyes Hurtado. "En cada turno estábamos dos cuidadores y hacíamos diferentes actividades y también paseábamos por el pueblo pero no es como ahora, era más asistencial", cuenta.

Al respecto, destaca que buscaban sobre todo la autonomía de los niños y niñas, con pequeños avances que eran grandes victorias. " Veías la evolución del día a día y era muy gratificante ver cómo iban progresando. Pero quizás sea mayor lo que aprendes de estas personas que lo que tú les enseñas", destaca. Lo cierto es que fue un centro pionero, el segundo de Navarra después del de Santa María de Burlada en unos años en los que apenas había recursos para estas personas. Izaskun Betelu recuerda bien a aquellos niños y niñas, cuando paseaban por el pueblo y también cuando se dirigía al barrio Itxesi o a las piscinas, una realidad que normalizaron desde la infancia. "Al estar el centro en una parte del pueblo, pasaba mucha gente y había chavales que les incitaban para que les contestaran. En especial había uno que le encantaba interactuar con la gente", recuerda Ignacio Reyes. "Más allá del dinero que se pueda conseguir, buscamos la sensibilización sobre otras realidades. Ante todo son personas", incide Izaskun Betelu.

QUINTO ZUMBATÓN SOLIDARIO

El programa arrancará a las 11.00 horas con una carrera popular de un kilómetro para la familia. Los dorsales se pondrán a la venta a 2 euros. Una hora más tarde será la masterclass cinco monitoras y monitores, Itziar, Alberto y Marian de Pamplona, Elena de Vitoria y Mayra de Arbizu. Se cerrará a las 14.15 horas con un baile al que animará a mover el cuerpo a los del zumbathon y al público existente.

El precio para participar es 5 euros y 2 euros para el público. Al final se realizarán sorteos de productos donados por las empresas colaboradoras. Como lotes de txistorra, productos de avena de Alea, consulta en Xalok, Caja Rural, fin de semana en el Camping de Arbizu, comida en Itxesi, con chocolatada para los niños.

"La pandemia ha sido terrible para las personas con discapacidad, encerradas sin apenas contacto social", indica Kepa Gordo.Además de ayudar económicamente, es importante visibilizar esta realidad ", incide Kepa Gordo.

El primer zumbatón solidario fue hace cinco años, cuando Arbizuko Zumba taldea se propuso ayudar a una vecina de Arbizu con una enfermedad degenerativa. Repitieron al año siguiente. Después colaboraron con la asociación Saray de cáncer de mama. El año pasado fue para Adano, la Asociación de Ayuda a Niños con Cáncer de Navarra. Y es que en un año sin apenas actividades consiguieron sacar adelante su zumbatón. "Con la covid se han incrementado los problemas de las personas más desfavorecidas", lamenta Kepa Gordo.