hace diecisiete años que Jaurrieta y Ezcároz se juntaron para organizar y celebrar la Larrazkeneko Bilketa, la fiesta de la última recolección de otoño con sus manjares cocinados para degustar en la plaza un sábado suave de octubre.

“Encargamos el buen tiempo y si se tuerce, la celebraríamos en el frontón, pero nunca sería lo mismo”, expresaba Xabier Diaz Etxarte, del colectivo Ezkarozeko Bilgua, que organiza el evento desde que, un año después de su primera edición, Jaurrieta se descolgó y lo asumió Ezcároz.

Desde entonces se ha convertido en cita obligada para el valle en el calendario otoñal y atractiva llamada para habitantes de otros pueblos cercanos y turistas que se acercan estos días a la zona.

Ayer costaba encontrar a la vecindad del valle entre la cantidad de público que llenaba la plaza, al coincidir la fiesta con puente. Lo comentaban Xabier Díaz Etxarte y Manolo Ederra del colectivo organizador que diseña la fiesta con Arantxa Samper, como “alma mater”, recalcaban a duo.

El programa comenzó a las 8.30 con las inscripciones para las marchas, montañera y micológica, con almuerzo incluido en las bordas previo pago de un bono de 5 euros. Media hora más tarde, se pusieron en marcha guiados por los micólogos Víctor Huete y Patxi Pérez, ambos montañeros de Ezcároz.

El cross previsto para las 11.00 se suspendió por falta de participantes, como consecuencia de “la cantidad de pruebas de la misma índole en la jornada”, afirmaban ayer. “Por eso la fiesta no ha quedado deslucida. El cross se mantiene y, aunque no se ha podido hacer hoy, se celebrará más adelante porque los caminos están preparados, el itinerario es precioso y además, es un verdadero lugar de entrenamiento”, añadían.

Mientras transcurrían las marchas, se desarrollaban los talleres infantiles concurridos y demandados. Al lado, tenía lugar la exposición y venta de productos del Pirineo, queso y dulces., entre otros, como un escaparate de artesanía y gastronomía. Cerca daba vuelta el zikiro que después probaron los asistentes a un euro la degustación.

250 pinchos Uno de los platos fuertes de la edición es la degustación del pincho. Ayer la sesión de master class corrió a cargo de Joaquín Aginaga (ante la ausencia de su hijo Gorka, jefe de cocina del restaurante Iruñazarra y protagonista del año pasado).

Por gentileza de la organización, Aginaga elaboró 250 pinchos posteriormente repartidos entre el público que esperaba en ordenada fila para probar el montadito de robellón, con patata panadera, pimentón de la Vera, suflé de ajo tostado, acompañado de polvo de jamón y perejil. “Es un año difícil de robellón, porque ha sido muy seco”, comentaba Aginaga. Expresaba también el cocinero su gran satisfacción por colaborar con el evento popular e inventar el pincho “que tan bien ha acogido la gente con un ambiente muy agradable”, matizaba.

La degustación se solapó casi con la llegada de las marchas y la explicación micológica de los ejemplares recogidos. Seguidamente, llegó el XV Concurso de Migas de Pastor, y el premio quedó en casa, para José Algarra, que compitió con otros diez participantes. Hubo después, degustación a 2 euros.

La mañana fue gastronómica y la tarde, cultural. La organización apostó este año por la actuación de OREKA TX, porque es su objetivo sumar los conciertos a este día.

ALMADÍA Dentro del programa de la Fiesta de Otoño, Ezcároz inauguró su almadía de tres tramos con panel explicativo en la orilla del río Salazar, junto a la presa. Con la de Burgui, en Roncal, son las que mantienen el trayecto de las balsas.

El panel refiere a uno de aquellos descensos de 1928. Arturo Erlanz, Vitorio Iribarren, César Udi, Mikel Sanz, Silvia Erlanz y Arantxa Samper, son los artífices del recuerdo del pasado salacenco, un nuevo punto de interés atractivo para el visitante.