El cierzo golpea con vehemencia frente a los vestigios de la fortificación, resonando en los muros de las pequeñas y vetustas viviendas del casco urbano de Ablitas que la miran de frente. El castillo, pese a la irrefrenable sed del viento, dibuja aún su valor histórico. Y ahora está en visos de realzarlo de nuevo. Las obras salieron a licitación hace unas pocas semanas y, si los plazos burocráticos se cumplen, empezarán en breve. Tras muchos años contemplando el deterioro de uno del símbolo más emblemático de su patrimonio cultural, los vecinos de Ablitas presenciarán pronto el inicio de los trabajos de restauración de la torre de su castillo, una fortificación icónica en el imaginario navarro y cuyo acondicionamiento prevé una inversión de casi 1,5 millones de euros y una duración de 16 meses.

La Institución Príncipe de Viana ha elaborado el proyecto de actuación, un documento de casi 200 páginas en el que se detalla la evolución de esta construcción cuyas primeras referencias documentales datan del siglo XII. Las obras de restauración de la torre no pretenden, según consta en el proyecto, una hipotética reconstrucción total, sino a la recuperación de las condiciones constructivas y estructurales del muro que la configura actualmente hasta la altura de los restos que existen.

Los propios vecinos del municipio llevan años demandando que el ejecutivo foral intervenga en esta construcción cuyo estado ruinoso se ha ido acrecentando con el paso del tiempo. El propio proyecto de Príncipe de Vana señala la necesidad de intervenir. “De no actuar se desmoronará paulatinamente el muro -lo que además supone cierto riesgo en el contorno- y se hundirá la estancia, perdiéndose la torre que identifica visualmente -aunque ahora esté arruinada y mermada su altura- el castillo en la localidad y en el territorio circundante”, reza uno de los párrafos en los que justifica la intervención. Los trabajos van a tener un presupuesto de 1.454.178, 47 euros, IVA incluido.

La intervención implica reponer con fábrica de sillares de piedra la hoja exterior desaparecida del muro de la torre y del alambor y ejecutar el relleno del muro con mampostería escuadrada y hormigón de cal, con un sistema constructivo similar al original. El proyecto añade que la actuación llevará aparejada algunas otras tareas, la principal de ellas la protección y la evacuación de la lluvia de la coronación.

Otras intervenciones Esta restauración será la más reseñable de los últimos años, aunque el Castillo de Ablitas ha sido objeto de acondicionamientos y trabajos de conservación en numerosas ocasiones, especialmente en la década final del siglo XX y la inicial del XXI, como se detalla también en el documento de la Institución Príncipe de Viana. Así, en 1992 se retiró una gran cantidad de tierra y piedras acumuladas en la explanada en la que se sitúa la torre y, posteriormente, se arregló el pavimento de canto rodado que se puede ver actualmente. También se construyeron las escaleras de acceso de ladrillo, los muretes perimetrales de hormigón y las barandillas metálicas tubulares.

Ese mismo año, se intervino en las dependencias rupestres. Por aquel entonces la estancia principal estaba parcialmente cegada con el patio mediante grandes bloques de piedra. Esta estancia no estaba pavimentada y parece ser que el agua quedaba acumulada en el suelo de composición arcillosa. El agua acumulada habría contribuido durante muchos años a la erosión de los estratos más blandos en contacto con el terreno, tal y como se puede contemplar en la actualidad.

En 2001 se ejecutó en la cara sur de la torre un refuerzo de hormigón puntual para evitar el descalce y el desprendimiento de las piedras de mampostería del relleno del muro en esa zona. Once años después, hubo obras de consolidación tanto en la torre como en las dependencias rupestres. Los paneles informativos también fueron colocados en 2012.

En abril de 2013, el Ayuntamiento decidió cerrar el acceso a las galerías subterráneas para evitar actos vandálicos como pintadas en los muros o la acumulación de basura. Una medida de seguridad que se extendería, en julio del año siguiente, a todo el conjunto del castillo, debido a que las lluvias de aquellos días produjeron la caída de algunas piedras del relleno del muro de la torre y evidenciaron el peligroso estado en el que se encuentra en la actualidad.

Primeras referencias del castillo de Ablitas. La noticia más antigua sobre el castillo de Ablitas se puede remontar a 1137, fecha en la que el rey de Pamplona, García Ramírez ‘el Restaurador’, después de repeler las incursiones aragonesas en esta nueva zona fronteriza, le da en posesión la villa y castillo de Ablitas a uno de sus barones, el noble aragonés Gonzalo de Azagra. A su muerte, en 1158, su viuda, María de Morieta, devuelve el castillo al rey Sancho VI el Sabio. En cuanto al núcleo poblacional, la primera referencia documental se remonta a principios del siglo XII, pocos años después de la conquista de Tudela en 1119.

Funcionalidad. La fortaleza de Ablitas, al igual que la mayoría de las fortificaciones navarras de la banda fronteriza, a partir de mediados del siglo XIII tienen casi en exclusividad funciones militares, en este caso de seguridad del reino en su frente sur, y su custodia se encarga a los alcaides. El primero conocido es Martín López de Valtierra. Durante siglos, fueron señores de Ablitas y, por tanto, propietarios del castillo, los miembros del linaje Enríquez de Lacarra. En la época contemporánea, una vez perdidas sus funciones de defensa y residencia, este monumento sirvió “sin duda” de cantera para distintas edificaciones, según los antecedentes recogidos en el proyecto de la Institución Príncipe de Viana.

Conservación y estudios. Un estudio realizado por Amaia Prat señala que los restos conservados y las fuentes documentales indican que fue una de las torres más grandes y más importantes de la línea defensiva del Reino de Navarra, pese a que en la actualidad únicamente se conserva su parte inferior. “Teniendo en cuenta que la torre era la torre principal de un castillo situado en un lugar de relevancia estratégica es lógico pensar que se concibiera desde el principio como una torre alta que sirviera de atalaya de vigilancia. El gran espesor de los muros, de aproximadamente 4,25 m, también apunta en esta dirección”, reza también ese estudio.