Se está hablando mucho en Tudela de la problemática surgida para la admisión de alumnos en los centros de Educación Secundaria. En concreto, lleva mucho bombo el problema de las 26 familias que se han quedado sin poder acceder al centro que habían solicitado, Jesuitas. Incluso algunos candidatos a la alcaldía ya se han puesto en contacto con estas familias preocupándose por su situación e indicando que harán todo lo posible por ayudarles.

Desde el desconocimiento de ese caso concreto, quiero centrarme en el caso particular de mi familia, que no está entre esas 26. Mi hija estudia 2º de ESO en el Instituto Benjamín de Tudela, centro con el que estamos muy satisfechos.

Mi hijo, actualmente cursando 6º de Primaria en la Compañía de María, realizó la preinscripción en el Instituto Benjamín, donde coincidiría con su hermana. Como segunda opción, elegimos Jesuitas, que es su centro adscrito y que está más cerca de nuestra casa que otros. En las primeras listas provisionales resultó admitido en el Benjamín. Ningún problema hasta entonces.

Posteriormente, nos indicaron desde el Instituto Benjamín que debían sacar 13 alumnos de esas listas, entre ellos mi hijo, pues había numerosos niños en centros adscritos (Griseras, Huertas, Elvira España, Murchante, Cascante?) cuyas familias no se habían preocupado de hacer la preinscripción (o se habían olvidado, aunque entiendo que esos casos serán los menos) y que desde el Departamento de Educación habían informado al Instituto Benjamín que debían reservar las plazas para esos alumnos. En cualquier caso, nos dijeron que estas nuevas listas eran provisionales, y que esperásemos a las definitivas el día 17 de mayo para saber dónde acabaría nuestro hijo.

El día 17 de mayo no apareció ninguna lista. Nos llamaron del Instituto Valle del Ebro (nuestra tercera opción) para indicarnos que nuestro hijo había sido asignado a ese centro. Por ello, llamamos al Departamento de Educación, pues entendíamos que si no era asignado al centro elegido, al menos podría acudir a su centro adscrito (Jesuitas), que era nuestra segunda elección. La respuesta fue que nuestro hijo había perdido sus derechos de acudir a su centro adscrito en el momento en el que había elegido otro instituto para hacer la preinscripción. Es decir, que las familias que no se han preocupado de hacer ninguna preinscripción conservan sus derechos en el centro adscrito; y nosotros, que sí nos habíamos preocupado, y que evidentemente habíamos elegido para nuestro hijo el centro en el que estudia su hermana, habíamos perdido nuestros derechos de acudir al centro adscrito. La conversación con la persona de Educación fue amable en todo momento, pero acabó con un “vuestro hijo está ya asignado al Valle del Ebro, y tendrá que estudiar en el Valle del Ebro”. Me gustaría aclarar que no tenemos nada en contra de este último centro, pero evidentemente es el que peor nos viene por la diferencia de horarios con el Benjamín, donde seguirá estudiando su hermana, y por la lejanía del mismo a nuestro domicilio.

El proceso es además muy poco transparente, pues se supone que estamos en lista de espera para la posibilidad de admisión en el centro, pero ni se conoce esa lista, ni por tanto podemos saber en qué posición se encuentra nuestro hijo.

Antes de poner el grito en el cielo, y con el temor de estar siendo poco objetivo, he hablado con varias personas con cierta responsabilidad, tanto de los centros mencionados como de la política municipal, y en todos los casos entienden que es un sinsentido. Es obvio que desde el Departamento de Educación no se están haciendo bien las cosas, y que la ley tampoco ayuda en estos casos.

¿Es normal estar escuchando continuamente en boca de nuestros representantes y candidatos políticos lo de la “conciliación familiar” cuando, a efectos prácticos, no existe preocupación por casos tan claros como éste?

¿Es normal que familias preocupadas por la educación de sus hijos, y que realizan todos los trámites necesarios para ello, pierdan derechos que no perderían en caso de despreocuparse?

¿Es normal que se valore más a la hora de admitir a un alumno en un centro el que éste provenga de un centro adscrito, aunque sea incluso de otra localidad, que la conciliación para que pueda acudir al mismo centro que su hermana? ¿Están informadas las familias de que, cuando sus hijos tienen tres años, y eligen el centro de educación primaria, están eligiendo también el de secundaria?

¿Es normal que un Centro (Benjamín de Tudela) se complete con sus alumnos adscritos, y que otro (Valle del Ebro) quede lejos de completarse con los suyos? ¿No sería necesaria una reorganización al respecto? Al final, se sobrecarga un Instituto de alumnos, no dejando plazas para los hermanos de alumnos del centro, mientras que en otro Instituto quedan plazas libres.

¿De verdad desde el departamento de Educación no lo vieron venir? ¿No se habían dado cuenta de este problema, viendo el número de alumnos de 6º de primaria en unos centros y otros?

Al final, entiendo que la falta de organización y de previsión desde el departamento de Educación está repercutiendo negativamente en las familias y en los niños, que son al fin y al cabo los que acaban pagando las consecuencias.