A las puertas de una profunda renovación y rehabilitación del estadio Ciudad de Tudela (que costará más de 2,5 millones de euros) habría que echar la vista atrás y ver la historia que se esconde detrás de este emblemático campo de fútbol que acaba de cumplir 50 años. La idoneidad o no de invertir esa cantidad, y no aprovechar la construcción de nuevas instalaciones para crear uno nuevo y en condiciones, quedará al arbitrio de arquitectos y técnicos que dictaminarán si es rentable que la ciudad siga abonándose a la cultura del parcheo de instalaciones.

la historia Pese a que tuvo repercusión, la construcción en 1969 del que denominaron Stadium José Antonio Elola estuvo, en parte, empañada por una de las obras más relevantes de Tudela, el cubrimiento del río Queiles. La capital ribera comenzaba a salir del blanco y negro y no es casualidad que la imagen de la inauguración del campo de fútbol aquel 17 de agosto de 1969 fuera una de las primeras fotografías en color de la ciudad. La década de los 60 se cerró con multitud de obras bajo la alcaldía de Rafael Añón como el instituto, la ETI, la ampliación de los arcos de la plaza Nueva, nuevas calles o los enormes edificios de hasta 10 alturas que se comenzaban a erguir en la calle Soldevila. Era una ciudad que crecía y a la que llegaban grandes empresas.

En este contexto, el antiguo campo de Griseras se había quedado pequeño, presionado por la plaza de toros y el antiguo matadero y la ciudad pedía a gritos un campo que tuviera la entidad suficiente para la ciudad. “Griseras se había quedado pequeño y la Tercera División precisaba un acomodo idóneo, eficaz y digno”, dijo el presidente Luis Zardoya en la inauguración. Por este motivo, directivos del Tudelano comenzaron en diciembre de 1961 a realizar gestiones que no pararían hasta que en septiembre de 1965 se colocó la primera piedra del futuro campo de fútbol. Tal y como se solían arreglar las cosas, las autoridades de la época recurrieron a un arma que resultó infalible (la amistad) para conseguir el dinero necesario y el apoyo de las autoridades para que se construyera en Tudela “un campo de fútbol de dimensión internacional”. Esa arma se diseñó contactando, en primer lugar, con el general Julio Pérez Salas que estaba casado con una tudelana y que, por coincidencia, había sido compañero de armas en la Guerra Civil del delegado nacional de Deportes, José Antonio Elola. Así se lo reconocieron en septiembre de 1966 cuando nombraron a Pérez Salas hijo adoptivo de Tudela (título retirado en 2014) y le entregaron la insignia de oro del Club Deportivo Tudelano. Las crónicas de la época elogiaban su figura señalando que “cuando el club necesitó un favor no hubo necesidad más que de hacerle una insinuación. Y como favor con amor se paga, el Tudelano quiso imponerle la insignia de oro del club”. De hecho, un año antes de este reconocimiento se celebró en Tudela la II Asamblea Nacional de Excombatientes de la Columna Sagardia, acto que aprovecharon para poner la primera piedra del nuevo estadio (septiembre 1965).

Cuando se sembró el césped, en invierno de 1968, señalaba la prensa que el campo se llamaría José Antonio Elola porque “gracias a ese hombre que regía los destinos del deporte español, indudablemente influenciado por los muchos amigos de guerra que tiene en la ciudad, el campo es una realidad”. En abril de 2012 el alcalde Luis Casado (UPN) retiró este nombre cumpliendo con la Ley de Memoria Histórica.

más que un campo Para este proyecto, diseñado por el arquitecto Enrique Delso, se buscaron unos terrenos cercanos al cementerio, aprovechando un “anfiteatro natural”. En estos terrenos el estadio ofrecía unas “ventajas naturales de aprovechamiento de tal naturaleza que la mitad del graderío está sentado sobre terreno firme, como los griegos gustaban con frecuencia en sus tareas al aire libre”. Además se añadía que sería “un auténtico alarde de capacidad, aprovechamiento y atención a todas las actividades deportivas practicadas en la ciudad”.

Para ello se presupuestaron 14 millones de pesetas en algo que era muy parecido a una ciudad deportiva si bien, como es habitual en Tudela, nunca se llevó a cabo. Su construcción tenía previstas varias fases puesto que englobaba un campo de fútbol, una pista de carreras con seis calles, pistas de atletismo, piscina olímpica de 50 x 16, con vestuarios y servicios, frontón descubierto de 60 x 11 y pista polideportiva donde practicar baloncesto y hockey. Quizás la idea de crear pistas de atletismo llevó a alejar tanto las gradas del césped. Sin embargo, nada de eso se realizó, ni siquiera el aparcamiento que figuraba en el proyecto.

La inauguración contó, como no podía ser de otra manera, con la presencia de Pérez Salas y del propio Elola, que hizo el saque de honor. El partido enfrentó al Tudelano con Osasuna porque los de Pamplona habían ascendido ese año a Segunda División, y se buscaba un rival superior porque “los partidos entre equipos con ventilación de puntos son poco bizcochables para pasar una tarde agradable”. Adolfo Marañón marcó el primer gol en la historia de este campo, al transformar un penalti que hicieron sobre Muniesa aunque luego empató Osasuna. Pese a lo que en su día se alabó el emplazamiento, ya en ese encuentro se sufrió de los defectos del campo, el viento que llega por las cuatro esquinas y el calor.

época moderna Cincuenta años después, el actual alcalde, Alejandro Toquero (Navarra Suma), no solo ha garantizado su existencia sino que ha pedido al Gobierno foral que colabore en su rehabilitación, presupuestado en más de 2,5 millones y que prevé eliminar los fondos ya que la tierra de los montes cercanos presiona y fractura el hormigón de las gradas. Sin embargo, sus predecesores no pensaban como él y apostaban por su desaparición. Casado (UPN) en 2009 señalaba que “por mal que vayan las cosas 2012 ó 2013 es tiempo suficiente para tener nuevas instalaciones y dejar este espacio libre”. Su intención era trasladar todo el fútbol que se practicaba en Tudela a la Ciudad Deportiva.

La falta de mantenimiento en estos 50 años es evidente y ha llegado al extremo de haber tenido que cerrar la tribuna e incluso los vestuarios (que desde septiembre se vuelven a usar) porque existía un riesgo real de “colapso”. Así lo determinó el arquitecto Efrén Munárriz que realizó un estudio sobre la situación de las instalaciones. El pasado lunes señaló que la tribuna “es una de las cuestiones más alarmante del estadio. Hay unas grietas de 45 grados que se analizaron y se ha comprobado que ponen en peligro la estructura. Hay un peligro real de colapso y para eso se diseñó el apuntalamiento para que el club pudiera usar la parte inferior”. Un informe en 2016 alertaba: “no existe accesibilidad de ningún tipo en todo el edificio de propiedad y administración pública”; “el hormigón de debajo de las escaleras está desprendido y saturado debido a filtraciones de agua desde el césped y falta capa impermeabilizante. El armado está corrido y expuesto”; “es aconsejable la modificación y adecuación de la actual instalación eléctrica a la normativa vigente”.

Toquero se comprometió el 5 de julio a que la actuación costaría “menos de los 2,7 millones que decía el tripartito que costaría adaptar el proyecto de piscinas y campos de hierba artificial del Clara Campoamor”. Empeñó su palabra en asegurar que la rehabilitación del Ciudad de Tudela sería inferior al coste que tendría crear un nuevo estadio en las instalaciones del Clara Campoamor. El primer informe habla de algo más de 2,5 millones.

4 fases. Una primera de 1,5 millones para la accesibilidad (eliminar fondos y

temas de seguridad), una

segunda de 500.000 euros

(acondicionamiento interno, baños, vestuarios?), una tercera de 300.000 euros (mejora del terreno) y unos 250.000 euros para la cuarta fase para la iluminación. Se plantea que lo mejor sería que las obras comenzaran en verano, coincidiendo con el parón de la Liga.

9.500 espectadores. Los dos mayores llenazos que ha registrado este estadio han sido en la final de la Copa de La Liga contra el Yeclano en la que se proclamó campeón del Tudela en 1984 y en la fase de ascenso contra el Santboiá el 20 de junio de 2010 en la que el Tudela cayó eliminado en la tanda de penaltis tras una prórroga.

Curiosidades. El arquitecto apuesta por mantener el aspecto exterior de la entrada, con alguna reforma. Defiende la posibilidad de hundir el campo para mejorarlo. Los focos que usa el Tudelano son del antiguo Atotxa y los postes

de luz los cedió Eroski.